El disparo mediático del Muñeco Gallardo sonó, para un sector, a provocación: "Todo el mundo entiende y pone por delante de todo la salud y la vida de las personas. El fútbol es una actividad importante social y culturalmente, pero no es imprescindible -dijo-Pero de ahí a no hacer nada, a quedarnos de brazos cruzados, a no poder debatir me parece demasiado".

A partir de entonces el periodismo deportivo intensificó el debate acerca de nuestra propia historia de los últimos tres meses, esta vez llevada al terreno del fútbol.

Estuvieron los “de pronto gallardistas” o neo-gallaristas, aquellos a quienes les escasean las ideas para pedir, así porque sí, que los entrenamientos vuelvan por el simple hecho de volver. Con argumentos casi copiados de la ínfima cantidad de argentinas/os que se concentró el sábado en los alrededores del Obelsico y buscaban conexiones entre los marcianos, la masonería, el nuevo orden mundial y la cuarentena para evitar contagiarse y contagiar a los demás. Desopilante. Y encima algunos medios hablaban de “multitudes”.

Del otro lado, los periodistas deportivos más sensatos, entendieron correctamente el mensaje de Gallardo. Hay una crítica a la conducción de la AFA, que sigue sin rumbo. Ni plan para cuando asomaba la pandemia, ni plan para el regreso de la actividad. O al menos le dijeron claramente a Gallardo: ahora no Napoleón, porque hay que proteger a los que menos tienen.

Dos protagonistas del deporte fueron más claros que los directivos. El Patrón Bermúdez le dio la mano en eso del regreso a los entrenamientos más adelante, pero pidió "respeto por la realidad. Es irresponsable si se pone en riesgo a los más frágiles”. Daniel Vega, delantero del ascenso, de la UAI Urquiza, fue más preciso aún: "El pibe de Ascenso viaja en transporte público, no tiene la suerte que tienen Gallardo o Russo. Yo no puedo entrenar porque hay compañeros que viajan en transporte público y ese pibe está en riesgo. Esperaba mucho más apoyo de otras instituciones para con los jugadores del Ascenso. Gallardo y muchos de elite no tienen ni idea de lo que pasa en el Ascenso”.

Hace unos días Jorge Rachid, médico sanitarista, profesor de Sociales y periodista reflexionó: “Hace diez mil años, los pueblos originarios entendían los peligros que acechaban, los enfrentaban desde un lugar, una mirada que no sólo los contenía en “su estar”, sino que los resguardaba como Comunidad Organizada, ante los peligros que siempre están presentes en la vida de los pueblos”.

Pensar en los demás es algo que le cuesta a un sector del periodismo. Generalmente al que más dinero posee y que pretende el regreso desesperado de toda la actividad económica, sin importarles demasiado la salud de quienes menos dinero tienen. 

La salida para el fútbol, y para el deporte, no será distinta a la salida para la sociedad. Por eso está bueno que haya quienes se ocupan de esa comunidad organizada, y entre ese grupo se encuentra una buena cantidad de médicos e infectologos que no caminan ni por la confusiòn gallardística, ni por el enredo intelectual de quienes sueñan con la plata antes que soñar con el bienestar de los otros y las otras. Falta ahora que aparezcan los pensadores sociales, deportivos, económicos. Sugerir esquemas de vida que pongan a la solidaridad antes que a las cuentas bancarias. 

No será el mismo mundo el de los próximos años, ni el mismo periodismo, ni el mismo deporte. Pero alguien tiene que pensarlo. Como hay que pensar una nueva Constitución, que incluya al deporte como derecho humano. Y ojalá sea este gobierno, siempre y cuando no lo arrastren los neo-gallardistas.