Mientras Eduardo Feinmann revolea incoherencias desde Radio Rivadavia inspirado en los silencios de la emisora triste y oscura de la etapa 1976-1983, los espacios deportivos se llenan de proclamas autoreferenciales emitidas por el ex anunciador de indultos, Fernando Niembro, alegando que han levantado su programa (Oral Deportiva) que él conducía todos los mediodías “por censura”.

Pero en realidad, la Oral Deportiva con Niembro, ya no tiene más a Niembro porque Niembro huyó.

Suele existir – en el mundo periodístico- unos cuantos engreídos que creen que a ellos los persiguen porque un día la empresa (que a su vez los contrató como empresario-periodista) le pone fin al contrato o simplemente el contrato se termina o sencillamente modifican la programación.

Niembro alega censura, y nadie le cree.

Cuando le han preguntado cuáles son los hechos por los cuáles habla de censura, se enreda tanto que su imaginación vuela y vuela hasta límites insospechados.

Llegó a decir que lo censuran por orden del gobierno.

¿Qué?

El gobierno –al decir de Niembro- se ocupa ahora de un empresario-periodista que nada tenía para decir porque se le habían terminado los espectáculos futbolísticos. No, Niembro, las evidencias son, una vez más innegables. En Rivadavia te ofrecieron ser director deportivo, columnista de otros programas y así levantar la tira porque hoy es más importante informar sobre la pandemia y los cuidados que agarrar la guitarrita para darle dos horas al micrófono sin decir nada sobre Deportes.

Niembro no es lo que él cree que es. Ni modelo de nada, y mucho menos ha sido un denunciante del poder económico que ha manejado y maneja los destinos deportivos de una parte del fútbol en la Argentina. Ni siquiera ha sido un crítico de los dirigentes principales de la AFA (léase Julio Grondona).

Niembro formó parte de esa cuota de poder. Fue parte del organismo vivo llamado Carlos Avila y Torneos y Competencias en la época en que TyC-AFA aplastaban y sí censuraban todo. Sus latidos de ambición y poder, de aquel empresario adscripto al monopolio, aún continúan.

¿O nos olvidamos quién prohibía a los restantes medios televisar o transmitir goles los fines de semana?

Pasaron varios días de los hechos y no hubo un solo periodista deportivo, una sola periodista deportiva, que levantara su voz en defensa de Niembro.

¿Será que todos/as leyeron las fábulas de Esopo y mucho más aquella del pastorcito y las ovejas?