La presunta democracia e igualdad en el deporte siempre dura unos segundos. Generalmente se trata de una leve combustión que se aviva cuando un acontecimiento estalla gracias a algunos buenos resultados. Pasó con el Mundial de fútbol femenino.

O cuando se trata de una fecha inaugural.

Hace pocos días, muchas páginas deportivas se esmeraron por anunciar el comienzo de lo que mal llamaban Liga Profesional de Fútbol femenino.

Tremenda mentira: ni todas las jugadoras cobran salario, ni hay aportes sociales para ellas. Sólo unas pocas. Y, así, el machismo dirigencial de la AFA y la FIFA condena a la mayoría de ellas a un submundo de marginación y pobreza que alimenta la explotación.

Mientras las marcas, las multinacionales deportivas, los sponsors de guante blanco y el mundo de hombres colmados de millones se fagocita el deporte en propio beneficio, el periodismo en general divide y desinforma.

Los editores colocan Liga Profesional, cuando por abajo unos cuantos redactores le advierten lo contrario. Claro, pero – ya sabemos- la verdad poco importa en la cabeza de unos cuantos jetones de la prensa.

Matías Bustos en Clarín redactó bien la información la semana pasada cuando tenía que anunciar el superclásico Boca-River. El fútbol semiprofesional femenino tendrá este martes un partido de lujo en la Bombonera. Desde las 15.10, Boca recibirá a River por la primera fecha del campeonato de AFA…”, escribió.

Pero para el editor de títulos del mismo medio, había que poner el gancho y puso “Liga Profesional”.

Peor fue lo ocurrido en radio Rivadavia donde una mujer Amelia Troisi, impide que un buen periodista deportivo le haga la observación de no decir algo que no es. “Amelia, hay que decir Liga semiprofesional”, le insiste. Y ella, dale nombrar “Liga profesional” y burlarse de la especificación de su columnista.

La discriminación histórica al deporte femenino (ignoradas, maltratadas, olvidadas) es uno de los grandes pecados que hemos cometido y seguimos cometiendo. 

En un reportaje concedido a la buena revista Enganche, Luciana Aymar dijo: “ Por ser mujer, a mí me costó mucho que me pusieran a la altura de otros deportistas, siempre era estar lidiando con eso. Hay muchos más deportistas varones reconocidos y en el periodismo deportivo también son muchos más los varones. Me llevó muchos años ser reconocida a la par. Y para conseguirlo yo tenía que ser la mejor en todos los torneos que jugaba. Me costaba el doble que al resto, sin dudas, por ser mujer. En general nos pasa eso y hay que cambiarlo”.

Alguien explicará algún día cuáles son las razones de semejante barbarie. Las viejas ideas siguen siendo viejas y aún se repite que “no hay atracción” cuando le exigimos respuestas para explicar la ausencia de espacios para el deporte femenino.

Los cachivaches que pueblan nuestras redacciones y estudios de TV o radio, ni reciben las lecciones de la ola verde que avanza mundialmente ni se dan por enterados. 

La vergüenza y el bochorno, les vendrán con el juicio de la historia.