En el país endeudado y en ruinas que nos dejan, el fútbol no podía ser la excepción. En semanas más (o tal vez días) sabremos si el campeonato local se paraliza o no.

Bajo el mayoritario silencio del periodismo deportivo, enganchado en estupideces tales como el Viagra que consume Pagani (fue el tema en el programa Estudio Fútbol, de TyC Sports, reproducido por los sesudos editores de Infobae que ya no saben con qué llenar su portal), la actualidad de buena parte de los clubes de fútbol que adeudan salarios a los trabajadores futbolistas, transcurre pasivamente entre los últimos días del invierno.

Invierno en todos los sentidos. Ya lo sabemos de ver el sufrimiento que recorre las calles y también los campos de entrenamiento de varias instituciones.

Se están pagando las consecuencias del viva la pepa desatado desde arriba. La mala fe de contraer deudas en dólares para que las paguen otros, o para que se paguen con dinero de quienes no firmaron esos contratos, siempre dejó consecuencias y muchas heridas.

Lo peor de estos tiempos es la pasiva conducta de una serie de periodistas que, a sabiendas de lo que ocurría, nada dijeron. 

Los cheques rechazados a Rosario Central, el último de ellos el pasado 14 de agosto por 2.060.000 pesos, reveló una vez más el gran tema que pretendieron esconder muchos silenciadores de noticias. De tanto firmar contratos o acuerdos en dólares, con un dólar que llevaron a casi 60 pesos para que se beneficiaran los peces gordos de siempre, el club rosarino colgó sueldos de junio, julio aguinaldo y bonos por participación en la Copa Libertadores.

Por otra parte, los empleados del club, el pasado viernes, reclamaban el sesenta por ciento de sus sueldos.

Otros clubes están en la misma y Sergio Marchi, el titular de Futbolistas Agremiados, anuncia la posibilidad de un paro. Como siempre, la plata que servirá para tapar la deuda, seguramente aparecerá a último momento, siempre de la mano de quien pasará a ser “nuevo acreedor”.

La Superliga, este invento de morondanga que no vino a poner ni orden, ni felicidad al fútbol argentino, expone que no es un problema de proyectos, de organización, ni de estructuras. Los problemas son de personas que están al frente de algunos clubes y que siguen la política del “que lo pague Dios”, sabiendo que las consecuencias más terribles irán en contra de los intereses del que menos tiene, el laburante de los clubes, el hincha humilde, el socio humilde.

Se habla de Independiente, Huracán y Arsenal. Y otros en el ascenso. Si tuviésemos un periodismo que investiga, tendríamos confirmaciones.

Pero vieron, el Viagra es más importante.