Sí, ya sabemos que no es una comparación de la actualidad. Boca es equipo de Superliga y el Celeste de la Primera B Nacional.

Pero traemos a cuento dos historias ahora que arrancan los campeonatos y después de una visita de sábado a las instalaciones de Temperley, en la semana del 24 de julio. Un día especial, ya que en aquel club recuerdan el Día del Hincha porque en 1993, un 24 de julio, volvieron a disputar un partido oficial de AFA después de dos años sin fútbol profesional debido a la quiebra del club.

Por esta misma semana, Boca ha contratado al italiano Daniele De Rossi, dicen que con un costo millonario en dólares. Lujos que se pueden dar desde la jactancia de un club que se convirtió en poderoso, previa escala en el lote de los grandes. Boca es Boca y hoy por hoy, hace con su plata lo que quieren los dirigentes.

No tenemos derecho a comparar. Al final de cuentas, no somos ni socios de Temperley ni socios de Boca. Tenemos apenas un leve derecho a contar.

Temperley tiene 24 actividades deportivas, un pasado reciente que los hace dignos porque salvaron al club de la quiebra gracias al aporte de centenares de vecinos y socios que alimentaron la utopía de rescatar la institución de las cenizas de los mal manejos y el derrumbe económico. En sus paredes están los murales y las cerámicas que recuerdan a quienes pusieron sus viviendas en hipoteca para obtener préstamos y ayudar al pago a los acreedores. Dos años sin fútbol. Un castigo maldito del que pocos pueden salvarse en la Argentina futbolizada. Hoy es uno de los clubes que cuenta con un Departamento de Derechos Humanos que se ha sumado a la Coordinadora de Derechos Humanos de los clubes y que se esfuerza por recordar a sus deportistas, hinchas y socios desaparecidos durante la última dictadura cívico militar (ojalá Boca lo imite). Cuando uno entra al jardín de Infantes que desde 2017 ilumina a Temperley siente algo distinto al comprobar que por todo el país abundan los dirigentes anónimos, amateurs y militantes que junto a los socios levantan sueños bajo la consigna de “pensar en el otro” Y sobre todo pensar en el que menos tienen.

Los hinchas de Boca tienen lo suyo también. Aunque los arrastre el torbellino mediático de adular al futbolista importado, saben que hay mucho para hacer en la vida interna de un club que debería brillar por sus decenas de actividades deportivas (hoy mucha de ellas ausentes), aunque tal vez ese ideal sea logrado por la nueva dirigencia que promete asomarse.

El deporte argentino y el periodismo deportivo argentino tienen, en general, los valores cambiados y entremezclados desde hace un buen tiempo. Los confunden la lluvia de copas y de dólares. Hace una semana hablábamos del boxeador que se moría. Y que ahora murió, sepultado por el silencio. Los Panamericanos llegan desde Lima sin la cobertura periodística necesaria para entender que somos mucho más que un esforzado De Rossi. 

Por eso había que hablar un rato de Temperley.