El reto es enorme en estos momentos: desmontar el andamiaje machista que lleva adelante su dominación gracias a los medios. O a gran parte de ellos.

La irrupción de la lucha feminista y de todas/todos quienes bregamos por la igualdad, tendrá que derrocar el tiránico imperio del “varón del periodismo”. Tarea que resulta más difícil en ciertas ramas de esta profesión. Por ejemplo, en el periodismo deportivo, donde las conductas cotidianas indican el mantenimiento de la primacía masculina junto al modelo u “orden natural” que sostiene prácticas concretas de trato injusto y discriminatorio y violento contra las mujeres. Desde el deporte hacia el periodismo y desde el periodismo hacia el deporte.

Y si no que otra cosa es la utilización de mujeres en forma denigrante en las carreras de autos, motos y en los momentos previos a los partidos de fútbol o de otros deportes, hasta el uso de la imagen de la mujer en los medios escritos deportivos o en las transmisiones de partidos cuando se enfocan las tribunas con morbo (el Mundial de Rusia volverá a ser ejemplo de antidemocracia de género).

Tuvimos que aprender a dejar de lado todos los mandatos de género que se traducían luego en conductas periodísticas que imponían el modelo machista, para así entender que debíamos combatir en nuestros propios territorios, toda acción periodística que implicase dominación del hombre y que pretendiese potencializar la sumisión de la mujer.

Desde aquellos trabajos iniciales en los 70 sobre “Imagen, papel y condición de la mujer en los medios de comunicación social” producidos por la UNESCO, a estos tiempos, mucho se ha dicho y poco se ha logrado.

Chicas Populares” fue durante años en el periodismo argentino un sinónimo de uso de la imagen de la mujer, con fines perversos y comerciales.

La sección era de Diario Popular y se hizo conocida como maldita obra del fotógrafo Salvador “Chocho” Santoro, quien rastreaba modelos para publicarlas en la contratapa del diario.

Hace pocas semanas, cuando se tomó la decisión de retirar esa sección de la página web de Popular (no del diario papel) algunas lectoras celebraron y colocaron estos mensajes: “A partir de hoy, en la home de @populardiario ya no tenemos a la clásica chica popular. Lo lamento por los lascivos que entraban a la web para eso. Y me alegro por todas nosotras. Parece una boludez, pero es un paso”.

No ha ocurrido algo igual con el diario Olé, manejado por hombres, a quienes nada les interesa detener la maquinaria de la industria mediática que justifica un mercado que consuma sexismo y violencia contra las mujeres.

Ahí tenemos este fin de semana la sección Diosa de Olé, que manda este mensaje debajo de una fotografía de Micaela: “Diosas Olé te sigue presentando hermosas modelos. Ahora es el turno de Micaela, bellísima marplatense. Vino especialmente desde la Feliz hasta el Lavadero la 5 avenida, para hacer su producción. Quedamos impactados por su gran altura, sus piernas eternas y su rostro superangelical. Luego de recibir los aplausos de todos los lavadores del lugar, al verla con el body de Olé se calzó sus anteojos espejados y nos dijo “Me encanta hacer carwash”! A vos fanático de Olé te digo: “mirá mi produ y contame qué te pareció”. Se abrió la manguera de presión y la espuma comenzó a fluir. Te espera una semana increíble de fotos y videos de Micaela”.

Al redactor que le ordenaron este texto le vendrían bien unas lecciones de feminismo y de Derechos Humanos, al igual que a sus jefes.

Para que algún día, la sección Diosas, sea de los peores recuerdos viejos de la prensa deportiva argentina.