Insultos a los italianos, algún objeto arrojado y el equipo rival saliendo a las corridas del estadio. ¿Fútbol? ¿Barras? No, simplemente tenis. Copa Davis. O, para ser más concretos, dosis de argentinidad, incorregible por el momento, que algún día la prensa tendrá que ayudar a resolver.

La insistencia de esta columna por una intensa campaña de “educación deportiva” desde la infancia, lleva unos doce años. Sabemos de nuestra minúscula escritura y de la mucho más minúscula repercusión en los ambientes involucrados. A ello deberíamos sumarle unos seis años más de prédica anterior, desde que tomamos conciencia de la absoluta inutilidad de los esquemas represivos para detener la violencia en los estadios. Ni cámaras, ni asientos en vez de gradas, ni comités de violencia, ni entradas especiales, ni pulgares identificados, ni listas, ni nada de ello culminará con el espíritu de guerra, odio, xenofobia, discriminación e intolerancia que se desata día tras día en las más variadas competencias del país. Sean profesionales o amateurs.

Sin dudas la sinrazón del “siempre hay que ganar” hizo lo suyo. A ello se sumó la policía corrupta de todas las provincias, federal, metropolitana o como se llame y vaya a saber uno en qué momento, la cuota de periodismo salvaje que llevó al deporte al paroxismo total de no reconocer los triunfos ajenos.

También el desmedido hábito de buena parte del periodismo deportivo de creer (y llevar a creer) que los deportistas son seres de otro planeta, que sólo serán exitosos mientras más plata ganen, más copas alcen y más medallas se cuelguen.

Un día, los empezaron a llamar “héroes”. Nadie sabe bien cuándo. Los memoriosos recuerdan el documental sobre el Mundial 1986 que llevaba ese título. No es cierto, la cuestión empezó mucho antes, y daba vueltas en los 70 alrededor de figuras como Vilas, o los nada deportistas Monzón (condenado por el homicidio de su esposa) y otros.

En la edición de Clarín del lunes 6 de febrero de 2017 o en la edición de El Día de La Plata se lee una vez más un calco: “Berlocq se volvió a vestir de héroe” sobre la foto del tenista de Chascomús después del triunfo ante Lorenzi que puso la serie de la Davis 2 a 2.

¿Exageración nuestra? ¿O exageración de los apresurados tituleros de ambos diarios? Nos inclinamos más por lo segundo, aunque estamos muy dispuestos a debatir en los ámbitos periodísticos que correspondan (hoy inexistentes) el uso de tanta palabra altisonante al cohete, habiendo tantas queridas y viejas y sencillas palabras.

Es que ya nos equivocamos bastante.