Ponerle un dos a un jugador de fútbol es algo muy sencillo para un periodista. Solo cuesta mover un dedo sobre el teclado, arriba a la izquierda, por encima de la W.

Es que hay cierta lógica en el periodismo que regula la conducta de buena parte de los individuos que ejercen esta profesión. Tenemos licencia para matar. Y matamos.

Cinco de las tapas de los diarios que se leen en todo el país (mal llamados diarios nacionales) utilizaron la palabra Blooper para referirse al gol que el arquero Agustín Orión de Racing recibió el sábado, cuando la pelota, en cancha mojada, se le escapó de las manos y pasó por entre sus piernas.
Sería algo así como la racionalidad de la violencia verbal. Al final de cuentas, esar la palabra blooper, es un término que aún suena delicado y, de algún modo, cortés.

Pero de allí a ponerle un dos a un arquero por este error, es demasiado. Y dos fue el puntaje que le colocó Clarín al desafortunado Orión. El mismo Orión que después hizo todo más o menos bien.

¿Cuál es el límite para un crítico? ¿el cero? ¿quizás un bajo cero? ¿arquero que comete un error que termina en gol siempre sufrirá el escarnio? ¿y un jugador de campo que pierde una pelota sencilla y luego la jugada termina en un gol tiene la misma posibilidad de la ruina inmediata de la que goza el arquero?

A Orión esta vez le tocó perder. Y no es la primera.

Ocurre que uno se pregunta si la potenciación de un desacierto, o un equívoco, le otorga canilla libre al periodismo para que se machaque sobre esa jugada como se hizo el fin de semana en cuanta pantalla de TV uno se estacionara.

Los programas que encontraban perlitas sobre periodistas en la tele, o que mostraban las volteretas de los periodistas que cuando jóvenes decían una cosa y hoy sostienen lo contrario, ya no existen en la gritona televisión y radio de ahora.

Quedan como espacios reflexivos los diarios de papel y los medios digitales, salvo aquellas en que abunda la fiebre por insultar. Pero para ello, hacen falta buenas plumas y mejores cerebros.

Ya es hora que, desde allí, se construya una nueva forma de análisis de las jugadas, los equipos, los futbolistas, los conceptos. El periodismo dedicado a los comentarios de los partidos atraviesa uno de sus peores momentos y es muy difícil encontrar un excelso comentario en cinco mil caracteres o un atinado comentarista por las pantallas (menos esperanza tenemos al ver el desguace que se hace desde el Gobierno al Fútbol para
Todos, llevándolo a la privatización).

Por eso, y por mucho más, lo más fácil a la hora de contar lo que pasó es decir: “fue un blooper”.