Mientras sesudas discusiones se observan en los medios acerca de si hay limarle los testículos a la estatua de Gallardo en River, los asuntos menores, como por ejemplo, qué hay que hacer para cambiar los miserables reglamentos anti política de la FIFA, se hunden en la actitud indolente de una prensa poco cuestionadora del poder de este horrible monstruo que conduce Infantino.

La FIFA se especializa desde hace muchos años en censurar toda manifestación política (o religiosa, o similares) de los protagonistas de una competición.

Para este año, veamos qué dice el artículo 29 del Reglamento del Mundial sub-20 que se juega en nuestro país:

Tanto jugadores como oficiales tendrán prohibido mostrar mensajes o lemas políticos, religiosos o personales en cualquier idioma o forma en el uniforme, el equipamiento

(bolsas de deporte, botelleros, botiquines, etc.) o en su propio cuerpo. Asimismo, tendrán prohibido mostrar mensajes comerciales o eslóganes en cualquier idioma o forma durante su participación en actividades oficiales organizadas por la FIFA (incluidos los partidos y entrenamientos oficiales, así como las ruedas de prensa oficiales y las actividades en la zona mixta).

Esta aberración eterna del organismo deportivo más corrupto de la historia (veamos solamente los detalles que aun largan pus del conocido FIFAgate), no es otra cosa que un acto de la Edad Media, o propio de las dictaduras que tanto abrazaron los antiguos y los actuales dirigentes de la FIFA, y que busca silenciar a los jugadores llevándolos al extremo de que no se organicen, ni protesten.

Algo de ello asomó recientemente en Mendoza, cuando una ilustración de las Islas Malvinas fue tapada durante un corto tiempo, luego de una serie de trascendidos que indicaban que ello les molestaba a los organizadores FIFA ya que lo veían como un símbolo político en la lucha argentina contra el colonialismo británico.

La batalla periodística para terminar con esta aberración (hay más de la FIFA por supuesto) ni siquiera ha empezado porque no hay voluntad (política) de los dueños de los medios más comerciales y de mayor espacio y rating, de enfrentar las antidemocracias en el deporte. Como tampoco hay voluntad de enfrentar a los antidemócratas de la vida política cotidiana.

La gran prensa sólo habla de ellos cuando alguno de los jugadores toma una actitud de lucha frente a esos poderes: Maradona en el Mundial de México 86 protestando contra la decisión de hacerlos jugar bajo un sol ardiente, Maradona colgando la bandera de Abuelas de Plaza de mayo en el Mundial de Sudáfrica o las recientes quejas y maldiciones de jugadores negros en el fútbol español.

Al parecer, si importan más los huevos de Gallardo…estamos hasta los huevos.