El periodismo porteño (con algunas excepciones) posee, entre uno de sus males, el insoportable ombliguismo. A ello le agregó últimamente un odio racial hacia los pueblos y provincias más necesitadas, que se expresó en los múltiples ataques a la provincia de Santiago del Estero por la construcción del estadio “Madre de Ciudades”.

No se trata de envidia porteña. Se trata de odio.

La conmoción causada por la presencia en estos días de la Selección campeona del mundo en Santiago dispara nuevas respuestas. 

Y recuerdos.

Una conductora ocasional de almuerzos, le dijo una vez al gobernador santiagueño Gerardo Zamora, “¿Cómo un gobernador puede destinar tanto billete a un estadio de fútbol?”

La vida en ciudades enriquecidas turba, aún más de lo imaginado, los cerebros. Y predispone a que afloren estas frases que muestran que determinados personajes jamás entenderán a los sectores populares.

Fue César Luis Menotti quien hace casi cincuenta años, cuando estaba al frente del seleccionado, levantó dos banderas, entre otras: la federalización del seleccionado nacional y el incentivo a un romance entre el pueblo argentino y la Selección basado en el perfume del buen juego. 

La primera cuestión consistía en jugar la mayor cantidad de partidos en las provincias, tratando de quebrar el monopolio de la Capital Federal.

La segunda, era un sueño que dependía más de los jugadores que de él.

Ambas cuestiones parecen formar parte del pensamiento de Scaloni y del Chiqui Tapia. Y está bueno que ello ocurra.

Pero el disgusto es de cierta parte del periodismo “ de los ricos y privilegiados” que se desliza por sus rostros y sus comentarios, como sucedió aquel día de diciembre cuando el plantel de Messi regresaba de Qatar. Los sabiondos y sabiondas creen tener la respuesta frente a los apasionados desbordes de multitudes. También creen que sus deberes periodísticos incluyen el de negarle derechos a los morochos y morochas más humildes del país: por eso les molestaba la transmisión gratuita de los partidos con la maravilla de Fútbol para todos, y les molesta que exista un estadio de primera que la Selección utilizará para mostrarse en Santiago del Estero.

Si uno examina las páginas de TN por ejemplo de los tiempos felices del Mundial 2022, la verba de alguno de estos infelices, ahondaban en el slogan falso de “con el Mundial se quiere tapar la pobreza y la inflación”.

¿Tapar algo en la época en que abunda la libertad de expresión en las redes sociales, pero al mismo tiempo disminuye en los medios privados sobre todo?

En grados máximos, la imbecilidad de cierta prensa que acumula riquezas, es otra marca que nos pone en los últimos puestos del periodismo mundial.