El olvido, una de las tantas características del periodismo argentino, mucho más del periodismo deportivo, suele ser superado más por las figuras deportivas que por el propio accionar de quienes desempeñan este oficio que tantos dolores de cabeza le da a la democracia argentina.

Messi y su apoyo a las Abuelas de Plaza de Mayo o su reciente homenaje a la película Argentina 1985 (que no es otra cosa que un refresco de memoria para la olvidadiza prensa en general), o Maradona y sus aciertos con Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto (recordemos el gesto enorme y desafiante a la FIFA cuando colgó una bandera de las Abuelas en la concentración de la Selección en Sudáfrica), son dos ejemplos. Ambos se pusieron, desde el deporte, una línea adelante que la amnesia que carcome el cerebro de las figuritas y figurotas de TV, radio, prensa escrita y prensa digital.

En marzo, el mes que debería ser súper abundante de recuerdos, notas, documentales y entrevistas alrededor del hecho más trágico del país y de la gesta heroica más relevante (la aparición de ellas y los pañuelos blancos) es tomada con una ligereza tal por periodistas de diversas raíces, que luego se sorprenden cuando decenas de miles de jóvenes ganan las calles y estadios argentinos para repudiar el golpe y homenajear a las y los desaparecidos.

El Foro Internacional de Derechos Humanos, uno de los acontecimientos más importantes del año que se realiza esta semana en Buenos Aires, con invitados extranjeros, puso en una de sus mesas el siguiente tema: Desigualdades sociales y derecho al deporte en niñxs, adolescentes y jóvenes.

¿Derecho al deporte? ¿Les suena? 

Esta columna ha insistido durante años para que nuestra prensa que se ocupa de tanta veleidad deportiva y tanto estrellato, reviva en sus páginas y noticias aquello que alguna vez fue sello de la extensión de derechos en la Argentina: el derecho a la práctica deportiva.

 El acceso a la actividad física y deportiva como Derecho Humano, forma parte también de la lucha por la memoria. Por un lado porque no debemos olvidar jamás cómo la dictadura cívico-militar intentó utilizar el deporte (y el fútbol profesional en especial, incluida la Selección) para tapar los crímenes que cometió durante más de siete años. 

La prensa de entonces, muchos de cuyos exponentes siguen hoy en las pantallas argentinas,  hacía lo imposible para colocar una venda sobre todos los ojos de millones de argentinos.as

Sólo para muestra, y para que se perciba bien la barbarie de la censura, el lector o lectora puede seguir aquí un episodio ocurrido en 1979 cuando la selección jugaba contra Holanda https://papelitos.com.ar/nota/el-antecedente-de-argentina-holanda

Y si hablamos de derechos humanos y deportes, ¿qué les pasa a los insensibles medios que ahora cuestionan que el estado por medio de la TV pública televise el partido de la Scalonetta con Messi incluido frente a Panamá? 

¿También su odio llega a impedir el derecho de un pueblo a ver a sus ídolos?

Marzo, mes de la memoria. Pero no cualquier memoria, la de los Derechos Humanos. Todos los derechos. Incluido el de estar informado.