“Bienvenidos a los visitantes de la Copa América a nuestros estadios, calles y, espero que no, UCI”. (Unidad de cuidados intensivos). Así empieza su irónica columna sobre la Copa América en Brasil Ruy Castro, el columnista de Folha da Sao Paulo.

En Brasil no celebran el Día del Periodista cada 7 de junio, pero nos cayó simpático homenajear a nuestra profesión, trayendo un texto rebelde, con fundamentos y coraje político, de uno de los autores y escritores más reconocidos de la prensa brasilera.

La posición de los jugadores argentinos de negarse a concentrar en Brasil y optar por la fórmula de “hacer burbuja en Ezeiza” no será la más adecuada, pero al menos aparece como una respuesta a la mansedumbre habitual de muchos futbolistas, que no es muy distintas a la mansedumbre cotidiana de muchas/os periodistas.

Desde los tiempos de Maradona capitán, no escuchábamos – aunque fuese en tibia forma- el ejercicio de una protesta justificada por imponer condiciones (en este caso de atropello a la salud) por parte de los patrones de la pelota y de los medios. Al parecer iba a tomar la voz cantante de la Selección, Angel Di María. ¿Lo hará?

¿Se animarán a proteger a los más débiles?

Ruy ha dicho: “La Conmebol, dueña del fútbol en Sudamérica, debe saber lo que está haciendo cuando trae la Copa América a Brasil. Sus líderes leen los periódicos y no ignoran que somos el único país del mundo que lucha contra el Covid 19 de forma patológica…En Brasil, de manera bastante patofísica, la lucha contra Covid está a favor del virus. Su estratega y líder, el llamado Bolsonaro, utiliza su condición de presidente de la República para exponer a la mayor cantidad de brasileños al contagio, instándolos a salir a las calles sin máscara, apiñándose, jadeando y escupiéndose unos a otros. Predicó todo el tiempo que pudo contra la vacuna, saboteó su importación, desmanteló los hospitales, retuvo el oxígeno y, para acelerar los resultados, indujo a millones de personas a ser tratadas con un fármaco, la cloroquina, tan eficaz contra la enfermedad como el elixir paregórico…Por todo ello, admiro la valentía de los jugadores, comités técnicos, asistentes y administradores de nueve países, así como de sus familiares, agentes, amigos y asociados, sin mencionar a los periodistas y empleados y directivos de Conmebol, que vendrán a mezclarse con nosotros en las calles, en los estadios y, quién sabe, en las UCI, si hay vacantes en los hospitales, por supuesto”.

El brillante artículo no es más que la respuesta de una prensa deportiva un poco más contestataria que la nuestra, aún contaminada por el intenso y maloliente fragor de las décadas grondonianas vinculadas al monopolio de la cornetita. Desmontar aquel malperiodismo llevará más tiempo del que soñábamos. Aquí todavía se tiembla ante el poder económico, el poder de las corporaciones, o el poder de los laboratorios. 

Aquí, seguimos perdiendo el tiempo con el insignificante tema de la renuncia de Tevez a seguir en Boca que no debería durar más que un día en su cobertura, y se ignora darles un lugar a las chicas y chicos que lograron diez medallas para la delegación argentina de Gimnasia Artística en el Panamericano de Río horas atrás. Claro, pregunte usted de gimnasia a los y las periodistas deportivos y se llevará buena sopresa de cuántos saben algo de esta especialidad,

Seguimos mal, pero no van a sacarnos la esperanza de las transformaciones que se vienen. Las estamos escuchando. O eso creemos, en cada saludo por el Día del Periodista.

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Diez medallas para la delegación argentina de Gimnasia Artística