Opina Deporte

Ahogado por el silencio o la minucia de los medios, la vida del boxeador santafesino Hugo Santillán cuelga de un hilo en estos momentos.

En algún libro sobre deportes lo habrás leído: “lo importante es competir”.

La regla 12 “Faltas e incorrecciones” del reglamento de juego del fútbol es muy clara. Sanciona con un tiro libre directo o un penal (si la falta se comete dentro del área) a quien empuja a un adversario o realiza una entrada contra un adversario. 

Con la Argentina vencedora o perdedora, el artículo tiene sentido. O uno cree que lo tiene. Todos somos hinchas de la Selección Nacional es un slogan oportunista que las marcas comerciales esgrimen cada dos o cuatro años en extensas campañas televisivas, por la redes o en los afiches acosadores que sólo buscan…nuestro dinero.

Si algún observador del deporte argentino o del periodismo argentino se hubiese dado una vuelta por el Aeropuerto Internacional de Ezeiza el pasado viernes habría llegado a esta conclusión: “aquí no importan los resultados, aquí sí que se aprecia el deporte por el sólo hecho de competir”.

Todo el veneno que destila la camarilla deportiva (Niembro, Pasman, Caruso y mil más) se desliza por los medios de comunicación cual si fuesen los lamentos de una generación que se despide.

Se trata de uno de los mejores análisis de cómo va el periodismo deportivo en estos días. Lo escribió el domingo Natalia Florio en el semanario Tiempo Argentino. La nota se llama “El Mundial de la deconstrucción” y trata de la suciedad e inmundicia que recorrió y recorre los campos de nuestra prensa, sembrados de machirulos que acapararon y usurparon los micrófonos durante décadas.

Las tapas de los diarios argentinos saludan al nuevo campeón. Al fin el periodismo deportivo pone los ojos en Tigre. Algo de eso dirán los hinchas del equipo que dirige Pipo Gorosito.

Buenos Aires, domingo por la noche, en la Boca.

¿Puede la prensa deportiva influir para lograr mejores hinchas?