Uno, yo, siempre cree que está viviendo el momento más rematadamente idiota de la humanidad y de repente “la creadora de ‘Friends’ pide perdón por la falta de diversidad racial en la serie”. Y otra vez, nuevamente, una vez más, bajamos un nuevo escalón, uno más hacia el destino inexorable: el centro de la tierra; el núcleo, caliente, fanático y tonto, de un planeta que ha decidido llevar la idiotez como insignia hacia su cada vez más probable destrucción. O al menos apresurarse hacia algo así como un estado comatoso, babeante, vacío de reflexión, de lucidez, de agudeza, ya sin sentido del humor alguno, porque a ver si alguien se ofende.

Asustados y atormentados, imbecilizados y adormecidos con más y más productos audiovisuales y detritos provenientes de la corrección política en modo aplanadora, cantemos otra vez “Ooh La La” de los Faces, con la voz de Rod Stewart: “I wish that I knew what I know now when I was younger”, la canción con la que terminaba Rushmore, de Wes Anderson; gran canción, gran película. “Ojalá hubiera sabido lo que sé ahora cuando era más joven”; que sí, que es lindo para una canción, pero es un poco una bobada conceptual cuando la creadora de Friends dice lo que dice. Sí, seguro, dale, ojalá hubiera sabido ayer lo que iba a salir en la quiniela de hoy.

Y otra vez, cuando uno creía que ya, que era suficiente… no, no lo era. En esta semana a HBO Max se le ocurrió quitar Lo que el viento se llevó de su oferta porque racismo y la mar en coche (ahora se usa el término “cancelar”, tal vez para que todo suene más globalmente subnormal). Sí, capaz que es una estrategia de marketing. Sea como sea, a la idiotez hay que combatirla con desprecio, con cinismo, con chistes, incluso malos, sobre todo malos y malvados. Voy a tirar a la basura el muñequito de Superman de los viejos Jack porque a ver si se me da por imitarlo e intento salir volando por la ventana. Recuerdo esas viejas discusiones pedagógicas: ¡la violencia de la televisión genera violencia en los chicos!; dale, pajarón, decíselo a los mayas, a los espartanos y a los hunos. Ya no vale la pena explicar nada, menos cuando uno se entera de que el que sugirió censurar Lo que el viento se llevó fue el guionista de 12 años de esclavitud, una de las películas más imbéciles de las ganadoras del Oscar, lo que ya es decir. Sobre ese mamotreto paspado y pasado de estolidez escribí esto cuando se estrenó (link).

Lo que el viento se llevó nunca fue santa de mi devoción, pero ante esta oleada de “censura en nombre del bien, de los buenos, de los que tienen razón” me dan ganas de defenderla. Bah, tampoco, más bien dan ganas de balearse en un rincón. Y sí, hay que prohibir varios tangos porque incitan al suicidio. Y también habría que prohibir todas las canciones que hablen de juntarse con gente, y de caminar, y de no rendir pleitesía a los guardianes de la corrección política y de la obediencia del rebaño. Hace un tiempo escribí esto más o menos sobre estos mismos temas (link). Bah, ni sé si son los mismos temas o simplemente yo los junto bajo el tag -como si usara tags- de idiotez o, mientras le rezo a San Hithcock, bajo la categoría de “para mensajes, el correo”.