Reviso la lista de 10 mejores estrenos de 2017 y, aún sin incluir películas argentinas (durante muchos años tuve en general entre una y tres en el listado), por primera vez me ha pasado que no tengo ni una película que cumpla con estos dos requisitos: ser dirigida por un estadounidense y que la haya producido una de las seis majors, que en un futuro próximo serán cinco (Sony, Disney, Fox, Warner, Universal, Paramount). De hecho, hay en la lista una sola película dirigida por un estadounidense, y la mayoría de la gente cree que ese señor es de otro país porque creció en ese otro país. Pero los detalles y comentarios sobre esa lista estarán en la columna que se publicará el 5 de enero. En esta ocasión quiero mencionar otras películas estrenadas este año.

Primero otro listado, el de la culpa, el de esas películas que no logré ver y que quizás podrían haber ingresado en el listado, las que ya siempre encontraré demasiado tarde; bah, tarde para esta nimiedad del balance de un año hecho al final de un año. Recuerdo cuando la cantidad de estrenos comerciales era por un lado más manejable -hubo algunos años en los noventa en los que vi absolutamente todo-, cuando las películas se repartían mejor el público y en promedio duraban más semanas en las salas. Volviendo a 2017, aquí va el listado de las películas que no pude o no supe ver y que creo que podrían haber sido importantes para mi balance de este año: ¡Huye! de Jordan Peele, El Planeta de los Simios: La guerra de Matt Reeves, Fragmentado de M. Night Shyamalan, Invasión zombie (Train to Busan) de Yeon Sang-ho, Kingsman: El círculo dorado de Matthew Vaughn, Logan de James Mangold, Personal Shopper de Olivier Assayas, Sin nada que perder (Hell or High Water) de David Mackenzie, Un bello sol interior de Claire Denis y Un papá singular de Mike White. En este listado hay varias películas de directores estadounidenses y con participación de las grandes compañías de Hollywood. Quizás, si las llegaba a ver, cambiaba de forma significativa mi listado de 10 mejores, y hasta esa caracterización antes apuntada se diluía, al menos parcialmente. Pero son meras suposiciones.

Ahora, el listado de las que estuvieron en algún momento en la lista preliminar de los mejores estrenos vistos. Fueron casualmente otras diez, y de esas solo tres cumplieron con la doble característica de director estadounidense más producción y/o distribución de major. Una fue Barry Seal: Solo en América de Doug Liman, que tiene como base a un personaje real de los setenta-ochenta y a una estrella a la vieja usanza como Tom Cruise. Otra fue Las aventuras del Capitán Calzoncillos de David Soren, quizás la única animada con alma de juego de las que vinieron de Hollywood en el año. Y, por último, la que más chances tuvo de entrar en el top ten: The Disaster Artist de James Franco, sobre la que escribí esto esta semana (link aquí). Me quedé pensando en si el agregado de “obra maestra” al título de estreno local hizo que no entrara por poco, o por dos palabras.

Luego estuvieron Good Time, indie americano de los hermanos Safdie, Alien: Covenant, dirigida por el inglés Ridley Scott, Borg-McEnroe del danés Janus Metz, Colossal del español Nacho Vigalondo, Thor: Ragnarok del neozelandés Taika Waititi, el animé japonés Una voz silenciosa de Naoko Yamada y la rumana Graduación de Cristian Mungiu. De todas estas escribí en La Nación o aquí mismo en Hipercrítico, por si quieren googlear.

Más allá de lo que me perdí, de lo no estrenado, como por ejemplo Brawl in Cell Block 99 de S. Craig Zahler (sobre la que escribí dos veces aquí) y de lo todavía no estrenado, como The Post de Steven Spielberg, 2017 fue un año que siguió demostrando la salud decreciente del cine estadounidense, o más bien del de Hollywood hecho por cineastas americanos, que no parecen ser capaz de surgir o regenerarse con la rapidez que demandan las marcas más exitosas. El caso de Star Wars VIII es especialmente claro (link aquí), sobre todo ahora que empieza a caer en la taquilla: por más lanzamiento gigante que se tenga, los directores siguen siendo clave. O, al menos, eso queremos seguir creyendo.