Diciembre otra vez, y empiezan los balances. Incluso algunos medios los empiezan... ¡a fines de noviembre! Pero ahora a mediados de diciembre, y cuando quedan solamente dos jueves para estrenos de cine, podemos decir que ya tenemos un panorama más claro del año. En estos dos jueves que quedan apenas se anuncian dos estrenos, uno para cada uno. Uno de ellos ya lo vi, y estará entre lo mejor de 2016 según mi balance, que empieza ahora, y dará varias vueltas.

Steve Jobs de Danny Boyle y Aaron Sorkin, se estrenó el 31 de diciembre de 2015 en Argentina. Es estreno de 2015, pero… ¿la podemos contar en el balance de 2016? La película empezó en Telluride en septiembre del año pasado, pero si la vimos en Argentina en el cine, lo más probable es que lo hayamos hecho en 2016. La gran apuesta de Adam McKay se estrenó el primer jueves del año, y es de las que quiero rescatar, al menos en una primera revisión de estos doce meses. Carol de Todd Haynes se estrenó localmente a principios de este año, en febrero, pero ya llevaba nueve meses de presentada en Cannes, y luego fue exhibida en el ciclo de Cannes en Buenos Aires en diciembre. Y es excelente, de uno de los grandes directores contemporáneos, pero su pertenencia a esta temporada es dudosa; a estas alturas, una película que tiene 19 meses antigüedad es parte de un pasado difícil de conectar con este año. Y ya recibimos muchas noticias sobre Cate Blanchett post Carol.

No es de las mejores del año, de las que quedan en las listas, pero no puedo -no quiero- no rescatar Mi gran noche de Alex De la Iglesia. En esa misma categoría entran Tangerine de Sean Baker (otra vez 2015), y Hardcore de Ilya Naishuller. Y, con los meses, mejora otra añejada de 2015: Los exiliados románticos de Jonás Trueba. Y para hablar de añejamiento… una de las mejores estrenadas este año en Argentina es de 2010, de un director muerto en 2011: Misterios de Lisboa de Raúl Ruiz que, de alguna manera, parece más contemporánea que Carol. Una semana después de ese estreno tardío y reparador de omisiones, apareció la mejor secuela de terror del año (¿de décadas?, ¿de un siglo y pico?): El conjuro 2 de James Wan, con uno de los momentos musicales y románticos más emocionantes de la temporada. También emocionante y excelente fue Julieta de Pedro Almodóvar, y otra con esas características fue X-Men: Apocalipsis de Bryan Singer, la mejor de super héroes en mucho tiempo, una aventura a contracorriente, sin oscuridades cool, con nociones fuertes de cine, con coraje. Y que fue un tanto maltratada, como la nueva de Bourne, injustamente -decimos acá- por la crítica estadounidense, esa que dice que Moonlight de Barry Jenkins, que no se estrenará aquí en 2016, es de lo mejor del arte de todos los tiempos o algo por el estilo.

Dos películas de las mejores y además de las más queribles de este año fueron Florence de Stephen Frears (y recién este año vi Philomena, así que hice doblete Frears) y Dos tipos peligrosos, horrible título local para The Nice Guys de Shane Black, otro de los grandes directores contemporáneos. Gran sorpresa: Mi amigo el dragón de David Lowery. Y también fue sorpresa el altísimo nivel de Café Society de Woody Allen, de la que la crítica estadounidense, en promedio, dijo que era muy inferior a Moonlight, que parece que según esta gente es la mejor película jamás realizada (al día de hoy, 99 de promedio en Metacritic). Una de las películas más atesorables de 2016 -y esta sí es de 2016, estrenada en Sundance en enero- fue Por siempre amigos (título espantoso para Little Men) de Ira Sachs. Y quiero rescatar Horizonte profundo de Peter Berg, porque el género ahí está encarado con modestia y nobleza. Y la mejor del año es, sí, Sully de Clint Eastwood, no hay dudas: tanto es así que en los Globos de Oro no nominaron ni a Tom Hanks ni a Aaron Eckhart. Y si el 29 de este mes se estrena finalmente El amor se hace de Paco León, no terminará nada mal el 2016.