zootopia el desconocido y steve

Por Javier Porta Fouz. Tarde pero seguro (bah, en un avión), vi Steve Jobs de Danny Boyle. Después de la bastante catastrófica Jobs de Joshua Michael Stern con Ashton Kutcher de 2013, este proyecto sobre Jobs necesitaba con claridad una salida, preferentemente por arriba del laberinto de la fórmula del biopic tradicional. Y así fue que sobre el libro de Walter Isaacson Aaron Sorkin planteó una concentración dramática en tres actos de una vida.

 

No, no una vida, esa es la notable gambeta de Sorkin y Boyle: la concentración es en tres momentos que definen una personalidad fílmica, tres momentos de antes de, tres momentos de estrategia profesional, interrumpida a cada rato por los daños, sobre todo emocionales, que el genio iba dejando a cada paso. La pintura de Sorkin y Boyle oscila entre el monstruo bigger than life y el genio bigger than life y el cretino bigger than life. La verdad, o lo que sea que se le parezca y se presente vestida de tal cosa, se construye a los gritos, a las recriminaciones, a los conflictos, a las presiones, a los ajustes de cuentas. Steve Jobs es una película que concentra, en casi nada, todo, que exagera, que cuenta con la posteridad como prueba de las intensidades a las que apuesta. Una apuesta, más que simple, concentrada y pensada con acierto, de forma certera. Una película hecha con la decisión de su personaje protagónico. Y con actores -Fassbender, Winslet, Rogen- que se notan satisfechos de estar bien escritos.

Zootopia tiene dos directores, Byron Howard y Rich Moore, y un co-director, Jared Bush. Y ostenta ocho personas en el departamento del guión. Ocho. Y, a diferencia del unipersonal de guión de Sorkin para Steve Jobs, la narrativa no hace cohesión. El look visual animado de Zootopia es deslumbrante, los pelos, los movimientos y los gestos de los animales 3D digital son un prodigio. Los chistes son muy destacables (el timing perezoso, por ejemplo), el ritmo está sostenido y apuntalado desde muchos ángulos, hay canciones, los personajes están bien delineados, hay de todo, y mucho, como hay muchos guionistas. Sin embargo, todos esos elementos se tambalean parcialmente porque la historia que se cuenta se va armando como un mecano, se agrega una pieza y luego otra, y lo que une todo el paquete -brillante y con buenos de chistes, como se dijo- es alguna idea general sobre la convivencia y una puesta en ácido de la corrección política en extremo. Pero esa tensión del arco narrativo que se maneja a la perfección en Steve Jobs está aquí ausente, o quizás demasiado distribuida entre muchas cabezas que escriben.

Una película con tremenda tensión en el arco narrativo es El desconocido de Dani de la Torre, recientemente exhibida en el ciclo Espanoramas, y que en un contexto más diverso de la distribución debería tener su estreno comercial asegurado. El desconocido es un thriller filmado con el aplomo de alguien que vio y comprendió el cine de Michael Mann, que seguramente también conozca y valore el cine de Fabián Bielinsky, y que sabe sacar lo mejor de sus actores (además de Luis Tosar, son en extremo certeras y prodigiosas Elvira Mínguez y la adolescente Paula del Río). Dani de la Torre no sólo sabe filmar con tremenda eficacia la acción y las amenazas en un coche y alrededor de él -un poco como Speed de Jan de Bont- sino que además sabe integrar el territorio de la ciudad de La Coruña a su mapa particular del relato. Lástima que le hayan puesto tanta música y una bajada de línea bienpensante y explícita sobre el final. Pero acá hay definitivamente un director a seguir.