Quizás haya sido por haber visto antes los abominables trailers de Intensamente 2, Moana 2, Wicked y otra de un crayón violeta y unos actores con morisquetas más exacerbadas que los efectos especiales que los alentaban, pero me gustó Mi villano favorito 4. (Sí, es cierto que los trailers no son las películas, pero probablemente nunca vea esas películas debido a sus trailers). Aunque quizás Mi villano favorito 4 me haya gustado por sí misma y no por comparación con -o alivio frente a- esos adelantos, esos pedacitos de películas que te ponen antes de la película que vas a ver junto a publicidades entre risibles y abominables. Mi villano favorito 4 recupera un poco cierta noción de relato “a la antigua”, como la mostaza o como las películas animadas que contaban cosas que pasaban con claridad y con personajes que podíamos entender, y hasta con velocidad para que las ideas que están detrás de lo que dicen y hacen no sean una pausa en función de alguna causa de moda y a la vez no queden escondidas.
Además, las ideas que andan ahí sueltas, o más bien integradas, cohesionadas, de Mi villano favorito 4 son hasta simpáticas, “a la antigua”. Se ridiculiza la oferta de leche en múltiples variedades y la falta de leche “normal” en una escena que se pone porque se quiere decir eso (y lo mejor es decir lo que se quiere decir, como decía Godard queriendo decirlo), se expone la tilinguería de los vecinos cool y sus conversaciones aún más tilingas, y las dos mujeres más malvadas (la clienta de la peluquería y la ayudante del cucarachón) sufren de rostros malamente intervenidos. No tiene que ver pero tiene que ver, como decía Moretti en Aprile, pero el malvado cucaracha me hizo recordar la canción “Cucarachón de tribunal” de Los abuelos de la nada, que creo que debe entenderse contra los abogados, o contra ese abogado. Y si ellos eran abuelos de la nada pero Miguel Abuelo, en otro disco (sí, son Cosas mías) cantaba que como era “como Dios, padre y soltero”, Gru en esta película es padre de cuatro, de las tres nenas que, como buenas nenas dibujadas, crecen menos que lo que marca el tiempo que pasa, y de un bebé de sexo masculino. Cuatro niños, cuarta película, en la que vuelve Chris Renaud a la dirección después de no haber estado en la tercera -la peor- ayudado por Mike White en el guión. Y escribo guión a la antigua, con tilde, por más que ahora la Real Academia diga que no. Allá ellos. Acá con Gru, ansioso por ver cuándo los bebés dicen finalmente papá y esas cosas antiguas. Gru hace chistes y trata de hacer gracias, y no siempre le funcionan con sus hijos, pero sigue intentando porque funcionan para nosotros. La película, por su parte, intenta y logra chistes y gracias constantemente pero sin frenesí alguno, si hasta se permite que haya conversaciones entre los personajes, y que se armen en el tiempo los chistes de los Minions, que tengan continuidad para ser rematados en su lenguaje cocoliche -Pierre Coffin inventó un lenguaje indoblable- o en su destrucción cocoliche geográfico. Y, como buen dibujo animado y no película de animación, Mi villano favorito 4 es plebeya, directa en las citas: Terminator, Los 4 fantásticos y otras más se hacen fiesta antes que guiño, como todo en esta película en la que una cosa lleva a la otra, una aventura a un chiste, una mención a un intento de hacer reír con lo que se tiene a mano, una canción a un disfraz y casi todo a más cosas antiguas, como el uso profuso de la imaginación.