Una encuesta de Rotten Tomatoes “coronó” a Christopher Nolan como el mejor director de los últimos veinticinco años. Más que una encuesta, el formato fue el de votaciones múltiples, con diversos “enfrentamientos” en rondas de eliminación directa con sesenta y cuatro participantes entre los directores, con miles de votantes interesados en estas cosas. En sentido estricto el título obtenido no es el del mejor director en actividad en los últimos veinticinco años sino el mejor director en actividad cuyo debut en el largometraje haya sido desde 1998 para acá. Es decir, por ejemplo, quedaban afuera Clint Eastwood, Martin Scorsese, Wes Anderson y Quentin Tarantino. De todos modos, no quise mirar con mucha atención quiénes eran esos sesenta y cuatro que sí habían “participado” de esta compulsa. Ya el resultado era desalentador, y también saber que la final fue entre el Nolan y el Dennis Villeneuve. Para qué seguir mirando mucho más.
Con esto en mente -entre otras cosas, claro, porque uno no va a andar gastando toda la mente en asuntos como esta otra coronación del Nolan- fui a ver la de las Tortugas Ninja. Sí, se llama Tortugas Ninja: Caos Mutante, aunque en inglés es mucho más, porque es Teenage Mutant Ninja Turtles: Mutant Mayhem. Las Tortugas Ninja, en inglés, siempre fueron -o debieron ser más oficialmente en castellano- las Tortugas Ninja Mutantes y Adolescentes. Las formas del inglés ayudan sin duda a poder decir todo eso con buen ritmo, y también a decirlo sin la y o sin el and (en castellano también se podría, llegado el caso, sacar la y, pero sería menos castellano). Además, la pertinaz canción de la primera serie animada de las Tortugas necesitaba que fueran Teenage Mutant Ninja Turtles. Así que con lo de Nolan en mente, y muchas otras cosas, fui a ver la de las Tortugas Ninja, porque hay que decirlo así, aunque uno sea injusto con el director y el co director, es decir con Jeff Rowe y Kyler Spears, que comandaron una película animada de una estética convencida y convincente, con trazo de cómic imperfecto, con computadoras usadas para el placer y la fascinación del ojo y la imaginación y no para el regodeo nerdoide superheroico como en esas nuevas Spider Man animadas, esas de los multi versos, las verseras, las de más verso y humareda “compleja” -te llaman, Nolan- que aventura. Aquí en la de las Tortugas Ninja hay aventura, hay acción comprensible, no solamente por objetivos sino por movimiento, y hay una duración de menos de dos horas y media, incluso de menos de dos horas. Los 100 minutos de la nueva de las Tortugas Ninja son de una amabilidad digna de otras décadas. También la sensibilidad para la aventura y para el humor pertenecen a otras décadas, porque en ellas se ha formado la sensibilidad de los productores y guionistas -¿comandantes más que los comandantes directores?- Seth Rogen y Evan Goldberg, es decir -entre muchas otras cosas- los guionistas de Superbad (que acá fue Supercool, en fin) y guionistas y directores de This Is the End (que fue, en este caso lógicamente, Este es el fin). Rogen y Goldberg, canadienses que entendieron cómo se hacía humor en los setenta, ochenta y noventa en las dos costas de Estados Unidos y Canadá y se pusieron a pensar en cómo amalgamar esas tradiciones con asuntos actuales, referencias y tecnologías. Y se pusieron a pensar una adaptación de las Tortugas Ninja a estos tiempos que corren, que nos corren, en los que Nolan gana algo otra vez: gana más como mejor director aunque ansía más el título indiscutible de mejor sabio absoluto, de mejor master of the universe, del uni-verso. Pero para qué pensar en Nolan si Rogen y Goldberg hicieron una película feliz, con una música compuesta para la película de Trent Reznor y Atticus Ross que hasta puede escucharse sin la película pegada. Y con el mejor uso posible de la canción famosa de las cuatro no rubias, con los personajes históricos de las Tortugas Ninja nuevamente animados, o animados novedosamente, y con el alma de voces de ilustrísimos actores y actrices -niéguese al doblaje, espectador resistente, que el doblaje es una mutación mala- y con adolescentes haciendo de las tortugas adolescentes. Y con velocidad nunca entendida como barullo, y con muchas otras virtudes de esas que se van desplegando con el correr de los días o al volver al cine.
Con eso de Nolan dando vueltas me senté en un cine con poca gente -pero de la buena- a ver la de las Tortugas Ninja y antes de la película dieron el trailer de la nueva -y de fútbol- de Taika Waititi, el neozelandés que llegó a cuartos de final en esa contienda inventada por los Rotten Tomatoes, por los tomates podridos. Y con ese trailer festivo y con la felicidad posterior de la de las Tortugas Ninja esos asuntos de Nolan se desvanecieron en el aire. Y claro, si hasta lo sólido se desvanece cómo no se va a desvanecer el humo, sobre todo ante la resistencia de los caparazones de las tortugas renacentistas y de las espaldas cargadas de humor de Rogen y Goldberg. Y de Waititi, tanto mejor que Nolan que ni hace falta decirlo.