Y se estrenó una nueva Batman llamada The Batman. Una nueva de Batman llamada The Batman. El Batman, como El Guasón, El Bromas. No, es The Batman. La gente habla de The Batman. De do do do, de da da da. De The Batman. No la vi, veo que la duración de The Batman es de casi tres horas. Así las cosas, pondré excusas diversas para no ir a verla. Recuerdo la Batman de Tim Burton. La vi en un cine de Mar del Plata. Yo tenía dieciséis años. Y en ese entonces Batman me parecía algo que entraba al cine como un intruso, como un parásito, como algo probablemente pasajero. Mi sensación, que probaría altamente desacertada, era que esto era una moda que ansiaba que fuera efímera.

Pero no, Batman de Burton probó ser el huevo de la serpiente, el huevo del murciélago. Pero los murciélagos no ponen huevos aunque comen huevos y un montón de cosas y son mamíferos, los únicos que vuelan, y los que tienen las cinco vocales en su denominación (eso es en castellano; en inglés tienen una sola, bats, y también tiene una sola Batman, aunque no The Batman). Hoy, después de tantos Batman que han pasado bajo el puente y bajo otras cosas, me pregunto acerca de mi temprano desinterés por la Batman de Burton. La recuerdo como una película excesivamente larga -y eso que apenas superaba las dos horas-, con un enfrentamiento con el villano que ya había dejado de interesarme mucho antes de concluir y con unas canciones de Prince que prefería no tener que escuchar (nunca compré el cassette, y eso que en esos tiempos compraba muchas bandas de sonido de películas). La película manejaba una oscuridad cool que después fue siendo empequeñecida por los tiempos y los Batman y los Debatman. Yo prefería no ver esas imágenes que parecían veladas, y prefería ver más veces a actores sin máscaras. Nada de todo ese universo me interpelaba; bueno, en realidad sí, me gustaba Kim Basinger, pero eso era obvio, frontal, impulso adolescente. Yo no había crecido fascinado con superhéroes de cómic -le decíamos historietas, de todos modos- sino con personajes de cine como Rocky, sobre todo con la tercera y con la cuarta. Y estaba ansioso de hacerme digno de ver las Rambo (se decía que eran “un poco fuertes” para los chicos) Y quería ver más películas con la emoción de Silverado de Lawrence Kasdan o con el estilo y la estética de Mi tío de Jacques Tati, aunque yo no hablaba ni de estética ni de estilo. No había superhéroes de estos “de marca” en mi cine de la infancia. En realidad sí los había: recuerdo algo así como un hombre araña en una película que creo que era hongkonesa o de explotación de algún origen que vaya uno a saber, pero el hombre araña o enmascarado similar salía del agua al lado de un barco. Es cierto que estaban las películas de Superman con Christopher Reeve desde finales de los setenta. Bueno, yo tampoco era un entusiasta de las Superman. Las recuerdo como unos padecimientos, unas molestias pasajeras, algo así como un peaje que tenía que pagar para seguir yendo al cine a ver películas con humanos. Sí, ya sé que Batman es humano y que todo lo demás, y que Chicago es la ciudad más parecida a ciudad Gótica.

Superman y Batman me resultaron, desde principios de los ochenta hasta fines de esa década -y quizás haya visto Batman de Burton ya en 1990, porque no tuve ningún apuro en verla- algo así como un tributo que el cine pagaba a algunas marcas exitosas para seguir siendo cine. Christopher Reeve me interesaba más junto a Michael Caine en Trampa mortal de Sidney Lumet, pero con Superman me molestaba bastante o, peor aún, me dejaba indiferente. Y Batman era para mí alguien de la televisión, no del cine. El cine tenía que proponerme emociones distintas a las de la televisión. Así que siempre Batman, desde la de Burton, fue para mí un personaje que eventualmente se iba a ir del cine. Pero siguió, y tampoco logré que me gustara la segunda Batman de Burton. Y las de Joel Schumacher me resultaron abominables (bueno, lo eran). Llegaron las de Christopher Nolan y la primera atentó contra el castellano con ese “Batman inicia”, y me gustó. Aunque mucho más me gustó la segunda, Dark Knight, o era THE Dark Knight. Eso sí, pienso hoy en volver a verla y no quiero hacerlo. Quizás me haya gustado porque citaba mucho a Heat de Michael Mann. Y la proliferación de Batmans logró que ya no quiera ver más Batmans y lo mismo me pasó con Los Vengadores y todos sus primos y primas. Ya alejado de todos estos señores y señoras, nunca vi Batman versus Superman o como se haya llamado, calculo que porque seguro que no era posible pedir que perdieran los dos. Me gustó el Guasón, THE Joker, tal vez porque la interpreté como un grito desesperado de un director que había hecho varias buenas comedias con humanos sin pintarrajear y que de repente se metía en un mundo que le era un poco ajeno. Yo me siento cada vez más ajeno al cine de los Batman, de The Batman; del Batman, el guaso enemigo del Guasón. Quizás sea buena esta Batman nueva de The Batman, pero yo ya estoy esperando que estos personajes dejen de parasitar al cine, o que el cine deje de parasitar a estos personajes. Quizás yo no llegue a ver el resurgir del cine después de la era de los superhéroes, pero el futuro es muy grande y alguien llegará a verlo. Y ese resurgir del cine será una época memorable, será The Época.