Domingo. Hace treinta años la cancillería argentina se conectaba por primera vez a algo que hoy conocemos como Internet y la OMS dejaba de considerar una enfermedad mental a la homosexualidad. Un año después caía el muro de Berlín. Por la tarde, veo un documental sobre Néstor Groppa. Leo algunos de sus poemas en un sitio web. El poeta de provincias, como diría Rojas.

Lunes. En el primer capítulo de Slot-Barr, dibujado por Solano López y con guión de Ricardo Barreiro, publicado en la Super Skorpio 137, el protagonista cae en un psicoplaneta donde en la calle se ofrecen mujeres lascivas y los servicios de “las nuevas técnicas estructurales del doctor Lacana.” El subrayado es mío. La revista salió en 1987.

Martes. Soñé que me contagiaba coronavirus. En el sueño estaba yendo a un congreso de matemática. Tenía que tomar un avión en un aeropuerto en el desierto. Una mujer me hacía un tatuaje con una máquina tipo scanner y ahí salía que estaba contagiado. “Pero es una cepa débil, no hay problema” me decía la mujer. Y yo pensaba: “eso le debe decir a todo el mundo.” De todas las versiones del virus, de todas sus descripciones y especulaciones, la que más me sorprende es la que dice que llegó y se va a quedar para siempre, y a nosotros nos va a tocar vivir con él como un hombre que tiene una enfermedad crónica. Eso implicaría muchas cosas. No parece que vaya a ser así. Pero ¿y si lo es? ¿Vamos hacia una sociedad todavía más fóbica? Lo peor de todo es que no es inimaginable, solo desgraciadamente triste.

Más tarde. Algunos consejos de escritura. Primero, ser prolijo. Segundo, tener un documento maestro, una sala de paso, un palier creativo donde ordenar las ideas antes de dejarlas entrar a casa. Como dijo Don Luis: “Con doblados libros hago/ los días de mayo cortos.”

Miércoles. August Heinrich Hoffmann von Fallersleben tomó una canción popular en sorbio, lengua similar al checo y el eslovaco, y la tradujo al alemán como Von ewiger Liebe, o sea Del amor eterno. Brahms le puso música. La canción habla del campo y del frío de la noche y del encuentro de dos enamorados que se juran amor eterno. Es llamativo que, sobre el final, la metáfora sea industrial. Ella dice: “El hierro y el acero pueden fundirse,/ mas nuestro amor por siempre durará.” August Heinrich Hoffmann fue profesor universitario de filología alemana. Se agregó el von Fallersleben para distinguirse de otras personas con el mismo apellido. Fallersleben es hoy, según Wikipedia, un barrio de Wolfsburg, la ciudad donde se fundó la empresa Volkswagen. En 1841, Hoffmann von Fallersleben escribió en la isla de Helgoland la poesía Das Lied der Deutschen, que pasaría luego a ser el himno oficial de Alemania.

Jueves. La BBC titula: “¿Qué pasaría si algún día los seres humanos dejáramos de existir?” Es una pregunta muy tonta. Nada, ¿qué va a pasar? En la nota hay otra pregunta: “¿Cuál será la especie dominante si los humanos nos extinguimos?” Es la estética renovada de la revista Muy Interesante que nunca se fue y hoy pasa al frente.

Más tarde. Las redes sociales piensan por nosotros. Pero somos nosotros los que tienen las pesadillas de esa actividad diurna.

Más tarde. Gogui Marzioni: “El 2020 es como la cuna del bebé que está a veces riendo, a veces llorando, a veces curioso de lo que pasa a su alrededor.”

Viernes. “La obra es de cualquiera menos del autor” decía Tom Lupo. Ser en la vana noche, el que cuenta las sílabas. Ahora toquemos.