Domingo. Hoy Roberto Arlt cumpliría ciento veinte años. ¿Qué habría escrito de haber vivido un poco más? Para mí habría pasado a la televisión. Después del teatro, la tv. Creo que ya lo escribí alguna vez. Habría muerto a los ochenta y ocho años trabajando como productor para el Canal 9 de Romay. ¿O no son artlteanas esas ficciones de la década del 70 y el 80? Si le hubiesen dicho cuál iba a ser el destino de sus libros se habría sorprendido pero enseguida, tomado carrera, habría retrucado “y sí, mirá los perros que escriben ahora. Todos queriendo lucrar, ofreciendo sus prosa melifluas por monedas.”

No hay muchas fotos suyas. Las que circulan en la web son tres o cuatro. ¿Por qué? Supongo que un poco por la época de pobre acceso a la fotografía, un poco porque nadie se las sacó. En vida no fue un escritor importante. O no más importante que otros que ya olvidamos. A diferencia de Borges, no hay edición completa de su obra. Arlt se puede antologar y compilar pero no se lo puede completar. También estamos lejos de una edición crítica pero a Borges le pasa lo mismo. Aunque a Borges le pasa por orden de sus herederos. Cuando sea director de la Biblioteca Nacional, y aprovechando que la obra de Arlt ya es de dominio público, voy a mandar a hacer una edición crítica y completa. Si no llego a ser director de la biblioteca nacional, es muy probable que nunca se haga.

Más tarde. Una cita de Jacques Lacan: “Invento para lo que tiene que ver con el saber, pero para lo que tiene que ver con la verdad, no invento, la verdad me la traen, tengo barriles enteros.” Es una buena cita. Pero no sé de dónde salió. Internet me dice que no existe.

Lunes. Vuelvo a la entrevista que le hicieron en El País a Vattimo. Fue hace semanas, meses, pero vuelvo. Me llaman la atención varias cuestiones. ¿Una vuelta al cristianismo? No al catolicismo chupacirios de ultratumba, sino una apuesta por la iglesia. Dice Vattimo: “Confío en la Iglesia, no en Dios.” Es una enunciado fuerte. En el fondo se ve la confianza en Dios también. Pero pone por delante la caridad entre los hombres, su capacidad de organización. La entrevista es crepuscular. Vattimo está viejo. Lo admite sin adjetivos. Dice que tampoco escribe. Más bien espera. Lo que espera es obvio. Y sobre el final cristianiza a Heidegger. Ese es otro gesto fuerte. Copio la cita: “Volviendo a Heidegger, llegué a la convicción de que la única manera de leerlo útilmente es como un pensador cristiano, aunque no sea algo muy compartido. Yo lo veo como un intérprete de Occidente que se inspira en el cristianismo como hilo conductor. El capitalismo occidental es una producción cristiana. La tesis de Weber... Pero bueno, cuando uno se hace viejo, se vuelve religioso.” También le preguntan por su homosexualidad. Vattimo responde: “Si me defino comunista es porque tengo algunos ideales de sociedad. Si me defino gay… bah… es solo porque me gustan más ciertos objetos sexuales que otros.” En todo eso lo que aparece, entiendo, es una refutación de Nietzsche y los proyectos a corto plazo, vitalistas, repentistas, de juventud... Hacia el siglo XXI surge la necesidad de retomar una identidad consolidada, más previsibilidad, en algún punto, a posturas algo más conservadoras y no tan disolventes y menos volátiles. La política está implícita en nuestra idea de sujeto y en nuestra idea dualista de bien y mal. Y algo de esa disolución continua puede verse en el hastío de las redes sociales. ¿Cómo logro mi identidad en el siglo XXI si todo está todo el tiempo en tela de juicio? Todo está siendo cuestionado en un continuo de disolución y opiniones desjerarquizadas o poco jerarquizadas todo el tiempo. La diferenciación es la esencia misma de la construcción de la identidad, el mecanismo más directo. Libradas su propias fuerzas, esa voracidad por ser algo, por estar en la historia, por constituirse en diferencia por el otro puede albergar una opaca pulsión de muerte. Lo sabemos. Ahora, ¿qué pasa en el siglo XXI? Hoy todo se disuelve o se burocratiza, que es otra forma de disolución. De hecho, este lío del virus es un poco eso. El aburrimiento, la especulación, la burocratización de la vida, del salir a la calle, del volver de la calle. Quedate en tu casa. La seguridad de estar adentro, de no ser en sociedad, lo social contaminado… Frente a eso la mejor opción es volver a creer en la tradición, en la soberanía de los pueblos. “Pero de aquí a un cierto punto ya me despertaré muerto” dice Vattimo. No deja de ser interesante el oximorón de la frase. Despertarse muerto. Es otra forma de decir que él no va a estar más, pero que el mundo va a seguir, incluso si nosotros también nos despertamos muertos con él.

Más tarde. Placa en la pantalla de la Tv. Arriba como titulo dice: “Relaciones sexuales.” Abajo una serie de preguntas con su respuesta. Las copio: “¿Con besos? Mejor no. ¿Con mascarilla? Es preferible. Evitar cara a cara. ¿Con mi pareja si es persona de riesgo? Abstenerse. ¿Si estoy contagiado? Maturbación. Cibersexo. ¿Con alguien nuevo? No. Si estoy encerrado con mi pareja y ninguno tiene síntomas. Muy recomendable.” Le saco una foto a la pantalla y la pongo en las redes. El Estado y la Tv diciendo cómo y con quién tenemos que coger es ciencia ficción sin lírica. Y estaban los que se quejaban de la Iglesia Católica… Federico Marcel me comenta: “Está distopía está pobremente escrita.”

Martes. Ironía nocturna. Sueño que pierdo un avión y me despierto sobresaltado. En el sueño, estoy en un hotel en Brasil. Una mucama limpia mi habitación. El ascensor, un viejo ascensor de rejas, no funciona. Me demoro con eso. Vuelvo a la habitación. No sé por qué. La mucama me sonríe. Abro la computadora. Escribo algo, leo las noticias. Y en un momento me doy cuenta de que acabo de perder el avión. Busco el pasaje, miro la hora. ¡Perdí el avión! Pero ¿por qué? Nunca leo libros en los sueños. No hay tiempo para eso cuando viajo a ese universo cerrado.

Más tarde. Sacó de la biblioteca Jurassic Park de Michael Crichton. Me gusta el título, esa aliteración musical, y también saco y empiezo a leer Estética y arte futuristas de Umberto Boccioni. Boccioni habría sido un lector interesado de Crichton. Ambos libros hablan de la relación del presente con el futuro y su ética.

Jueves. Shakespeare en Corioliano. “More of your conversation would infect my brain.” Quizás la obra más freudiana de Shakespeare.

Viernes. Están siendo semanas largas. Un titular: “El régimen chino instaló cámaras de vigilancia dentro y fuera de miles de casas para controlar a sus habitantes en cuarentena por el coronavirus.” La nota trae una foto donde se ve como a cada cara china se le adjunta un número. La tecnología de reconocimiento facial para controlar grandes masas de gente. Pero ¿cómo puede ser que nadie use barbijo en la imagen? Lo dijo Pascal: “Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación.”