Sábado. Ayer, viernes, reinauguración de la casa museo de Yrurtia. La muestra está muy bien. La casa es hermosa y ofrece reflejos de la vida y la ética del escultor. Estuvo un par de años cerrada y ahora está abierta. En breve me gustaría hacer la visita guiada. Me entusiasma la idea de que alguien me cuenta sobre Yrurtia, sobre la casa de Yrurtia y sobre las muy hermosas obras que guarda. (Dicen que la casa reproduce por zonas símbolos masónicos, pero no los identifiqué. También de otras religiones, cosa que tampoco ví. Yrurtia compró y adaptó la casa y ese paso del escultor al arquitecto me seduce, no sé bien por qué. La mirada que va del cuerpo a las paredes y se lleva algo, supongo).

Lunes. Dolores en la muñeca derecha. No es un dolor penetrante si no hago un determinado movimiento de rotación. Pero a veces duele si escribo por más de dos horas. En la sala de espera del traumatólogo leo un catálogo que publicó la casa museo de Yrurtia. Cuando me llaman, paso al consultorio. El traumatólogo es un hombre bajo, canoso, amable. Me toca la muñeca. Me hace doler, pero no mucho. Enseguida comprende. “Sí, sí, es acá” dice. Agarra el recetario y dibuja los huesos de mi brazo y mi mano. El cúbito, el radio, la muñeca, que está “llena de pequeños huesos.” Luego señala la punta de un triángulo: “Acá hay un cartílago, un menisco, que se inflama… “ No retengo más nombres. Me dice que me voy a hacer una resonancia magnética. Y casi sobre el final de la consulta agrega: “Es una zona muy delicada de la muñeca, se han escrito sobre esa zona infinidad de libros…”

Martes. Gracias a la generosidad de Margarita Martínez hojeo y leo dos números de la revista Artefacto.

Martes, más tarde. Robles cita en Twitter a Sócrates sobre Critias, el sofista. La frase tiene unos dos mil quinientos años: “Si alguien fuera un dirigente de una ciudad e hiciera a sus ciudadanos más pobres, él no estaría avergonzado ni pensaría que es un mal dirigente.”

Miércoles. Me acusan de no consignar acá la música pop que a veces escucho. Es una acusación válida. ¿Por qué no escribo sobre las canciones que a veces escucho en Youtube y en Spotify? Me cuesta responder. Una canción es demasiado poco y demasiado compleja al mismo tiempo, pero sobre todo creo que no afectan a mi forma de leer. Una excusa vaga, pero que me conforma.

Jueves. Gracias a Euge Goicoechea, que me invitó, ayer estuve en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Alberto Fernández se encontraba con científicos e investigadores y después de esa reunión, habló con alumnos, profesores y no docentes. Me gustó mucho cómo se lo recibió, cómo habló y lo que dijo. Estaba Paenza y la decana de la Facultad de Filosofía y Letras. Ojalá sea electo presidente y se vaya de una vez éste gobierno de indiferentes. El escultor, el traumatólogo, el candidato.

Viernes. Hay una tensión entre música y mecanismo. ¿Cuánto tiempo tardó la música como institución en asimilar la revolución industrial? Esa tensión es también la que se da entre cuerpo y máquina. La escultura tiene cosas para decir sobre esa relación.

Viernes, más tarde. Cuando domina la economía emocional de la sospecha, gana el que tiene el poder financiero. “Pero los días son una red de triviales miserias” cantaba el poeta.