Lunes. Releo algunas ya viejas entradas de este diario. Me resultan muy afirmativas en el sentido de “positivas.” Incluso alegres, ingenuas, incluso de pálida y soterrada indiferencia. ¿No debería la lectura ser crítica, impactar en algún lugar? ¿Qué es, de dónde sale, esa amabilidad? Mucho calor en Buenos Aires. Transpiro. Debería ser más cáustico aquí, en estas líneas, en este lugar. No creo que lo logre. Debería dormir más y mejor. No puedo. ¿Por qué?
Martes. Se habla del aborto. El gobierno dijo que abría el debate. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? Nadie sabe muy bien. El congreso recién empieza a sesionar. ¿Fue apenas para que las redes se entretuvieran con algo? Sin duda, el aborto es un tema para Twitter. La interrupción, la continuidad, la ilegalidad, la sangre, el sexo, la inconsciencia, la opinión, el miedo, la muerte, la frivolidad. El jueves se marcha por el día de la mujer. Guerber pregunta: “¿Usted prefiere que el Sol salga por el Este o que el Sol salga por el Oeste?” Descubro una librería sobre Blanco Encalada, a metros de Cabildo. Es chica, con forma de pasillo, tiene solo usados, nada de nuevos y saldos. La atienden dos viejos. Un hombre tuerto con un ojo blanco y una mujer gorda. El hombre me confiesa que solo lee policiales. La mujer me recomienda los diarios completos de Vaslav Nijinsky. Reviso escrupulosamente las mesas y los estantes. Me tienta un diario de guerra de Sartre. Leo algunas entradas. Pero finalmente me decido por la recomendación de la mujer. Hay un estante dedicado a Malvinas. Antes de irme le saco una foto.
Miércoles. Dolor en la espalda. Viene desde hace unos días. Incluso algunas semanas. El cambio de colchón lo mitigó poco. Eso me resulta raro. Se lo atribuyo a una mala posición en la computadora, durante el día laboral. No leo cómodo por ese motivo. Pienso en soluciones que no contemplen el suicidio. En la televisión de la tarde veo un documental épico sobre ciclistas argentinos que corren el premio de la Difunta Correa en la provincia de San Juan.
Jueves. El atractivo de la televisión es su previsibilidad clásica. Ahora veo una serie de Netflix sobre hombres lobo adolescentes. Siempre hay una. Siempre es mala. Siempre me interesa.
Viernes. “Hay días que no son más que un sinfín de puros lunes, a las siete de la mañana” escribe Brecht en su diario de principios de los años 20.
Sábado. Abandoné la lectura de Frankenstein. Voy a retomarla antes de que se cumplan los doscientos años el 20 de marzo. (Me fijo el día en el almanaque porque por lo general no lo recuerdo.) Cada línea que escribo me hace un poco más pobre.