Lunes. Un tirador desde un piso 32 de un hotel en Las Vegas mató más de cincuenta personas que asistían a un recital de música country. Hay como doscientos heridos. Seguramente las cifras suban a medida que se sepa más. El tirador se suicidó, era un ciudadano modelo, se había hecho musulmán, etcétera. Después dijeron que había muerto Tom Petty. Y después al parecer no había muerto. ¿Baleado? No, enfermo o de viejo. En Internet se dio un efecto gato de Schrödinger por el cual Tom Petty estaba vivo y muerto al mismo tiempo. Mientras leía sobre el tirador de Las Vegas pensaba en una escena dramática. Llevás una semana apostando, tomando, fornicando, pensando en el azar, en el pecado, en los excesos y en el dinero. Y de golpe te matan. No parece tan mal final, después de todo.

Lunes, más tarde. Leo que ya son 59 muertos y 527 los heridos. El autor del tiroteo llevaba cuatro días en la habitación del hotel Mandalay Bay. Rompió dos ventanas para tener puntos diferentes de tiro.

Martes. No hay que renegar de más. Hay que renegar lo justo.

Martes, más tarde. En las redes sociales todos somos el gato de Schrödinger. Estamos vivos. Estamos muertos. Somos gatos. Somos ratones zombies colados en la caja. Somos Schrödinger, somos la caja cerrada, somos la botella de gas venenoso, somos la muerte, somos el gato muerto y el gato vivo. Sebastián Napolitano me dice que anhelamos la muerte como el Holandés Errante. Me alcanza la cita. Creo que la poesía del gato de Schrödinger es superior la explicación del experimento. Se sabe: es posible estar un poco vivo y un poco muerto. ¿El gato está vivo y muerto? Sí, pero ¿se ríe de nosotros? Se ríe y se espanta al mismo tiempo. Otra sensación conocida.

Martes, medianoche. El holandés errante en los mares de las pieles gordas de Internet. Tu también lo eres, bestia o doncella. Leo el artículo de Napolitano en Revista Paco sobre Charles Ives y me parece excelente. Después paso a Cómo ser malos, una antología de ensayos de Gonzalo Garcés. Están muy bien escritos.

Miércoles. Leo que ya hay gente apostando en las mesas y máquinas de Las Vegas. ¿Por qué? Bueno, ¿por qué no? A Tom Petty ya le perdí la pista. Creo que finalmente murió.

Jueves. Novalis en Las Vegas. La noche iluminada por los colores y apagada por la muerte.

Viernes. Me vino a visitar Mavrakis. Hablamos del estado, de la política, de algunos libros, muy pocos, de escritores malos. Él recordó otras conversaciones que es algo que hacen los viejos amigos, y yo divagué, que es lo que hace un mal conversador cuando está frente a alguien de talento.