Lunes. Hoy, día del escritor por Leopoldo Lugones, un tipo que fue todo menos aburrido y fóbico. Ese debería ser su legado.

 

Lunes, más tarde. Tomé un café en Starbucks y me senté en una mesa muy grande con mi computadora. Puse a cargar mi teléfono y empecé a responder unos mails. Muy cerca, una chica y un chico de unos veintipocos años hablaban de Husserl, de Derrida y de Heidegger. Tenía una computadora portátil y escribían y discutían. Estaban haciendo un trabajo para la facultad, supongo, y aunque su trato era formal y serio me di cuenta de que estaban de novios o algo por el estilo y los envidié. En un momento en que cruzaron un par de conceptos donde no coincidían los miré con sorpresa. Deben haber pensado: “¿quién es este viejo?” Lo mismo pensaba de ellos yo: “¿de dónde salieron estos jóvenes?” Afuera hacía mucho frío y los volví a envidiar.

Martes. Soleado y frío. Escucho las arias que Rossini le dedicó a Isabella Colbran, con las voces, entre otras, de Joyce DiDonato y Cecilia Bartoldi: 
https://www.youtube.com/watch?v=wrfX2GBdf5w

Miércoles. Un proverbio rumano: “De camino a Dios los santos te matan a palos.”

Miércoles, más tarde. La semana pasada compré libros: una compilación bilingüe de poemas de Hölderlin, los libretos, también bilingües, de Parsifal y Sigfrido. Un viejo tomo encuadernado del CEAL sobre clasicismo e iluminismo, que tiene olor a viejo, a papel viejo, a discos de vinilo, a casa de abuela. También compré Romanticismo, o la odisea del espíritu de Safranski. Y ahora, a treinta años de su muerte, leo una “entrevista inédita” que publica Perfil. Lo entrevistó, ya viejo, un francés de nombre Jean-Paul Enthoven. Este tipo lo hace quedar a Borges como un viejo lento y un poco ridículo. Lo que se ofrece entonces un Borges a la francesa, horrible, de merengue, para consumo de neófitos, pero de neófitos distraídos, un Borges para turistas y pajeros. Sacando incluso sus alucinadas declaraciones políticas, empalaga, se hace melifluo, y habla con la voz idiotizada de su entrevistado. Hay versiones malas de Borges, esta es una de las peores.

Jueves. Mavrakis me pasa el Paseo de Julio de Borges. No sé por qué. No tiene sentido preguntar por qué tampoco. Me acuerdo cuando lo trabajé a conciencia. Hay un miedo al placer carnal, a la corrupción, a la mugre, muy fóbico. Eso antes no existía. Antes no era miedo, era condena y denuncia, con el positivismo, por ejemplo. Borges le tiene miedo porque sabe que es un lugar de pasiones románticas y él quiere ser un clásico en un país que es, que siempre fue, y que siempre será romántico. Tiene momentos donde casi que se puede decir que quiere salvar ese lugar pero al final lo condena. Tenía menos de veintiocho años cuando lo escribió. Arlt ya había publicado El juguete rabioso, estaba por publicar o había publicando Los siete locos. Qué diferencia. Hay algo muy anti-italiano en esa época que Borges va a mantener a lo largo de toda su vida. Pero estos versos me parecen de una precisión extraordinaria. Describe el rock antes del rock, pero es un rock cansado, pérfido, no juvenilista.

“Tienes la inocencia terrible
de la resignación, del amanecer, del conocimiento,
por los días del destino
y que ya blanco de muchas luces, ya nadie,
sólo codicia lo presente, lo actual, como los hombres viejos.”

Hijo de puta, cómo lo banco. Mavrakis: “La fobia y la neurosis a todo motor. Si es blanca, es limpia; si es negra, es sucia; si es el suburbio de Palermo que conozco, me gusta aunque sea una mierda llena de compadritos zombies, si es Paseo de Julio, lleno de inmigrantes que transforman el idioma en algo nuevo, me da pavor.” Luego agrega que “los buenos tipos, en su bondad omnicomprensiva, no sirven para crear nada.”

Viernes. Ayer tuve una especie de reunión de trabajo. Parecía El cadáver de la novia de Tim Burton. Yo era la novia, ellos eran el cadáver. Luego leo que Infobae titula: “Descubren que Adolf Hitler tuvo un hermano discapacitado” y agrega: “Un historiador reveló el detalle familiar que pudo haber influenciado en la personalidad del genocida nazi.” No leo la nota. ¿para qué? “Casi como Philip K. Dick” me dice Gogui. Pasan unos minutos. Me distraigo. Vuelvo a la pestaña que no cerré y cedo y leo la nota. Empieza así: “Cuando Adolf Hitler tenía tres años, su madre dio a luz a un niño con hidrocefalia que murió a los seis días, un dato de la biografía del dictador nazi desconocido hasta ahora y que puede cambiar las teorías sobre su personalidad.”

Viernes, más tarde. Escuchando Manal, el milagro argentino.