Jueves. Entrevisto submarinistas retirados. Vengo a buen ritmo. De golpe, cansancio. ¿Por qué? Sigue el mal clima que empezó el martes. Solo tuve un día sin lluvia, el lunes, cuando llegué. Siempre nublado. Hoy, el mar, muy picado. Jorge se disculpa. Qué lástima este clima horrible, dice. Es verdad que caminar la ciudad se vuelve un poco incómodo. Pero mientras desayuno siento un cansancio general. Dormí bien. Quizás siga un poco dormido. A las once y media, otra entrevista. Ya llevo más de la mitad de las que vine a hacer. Todo va bien. Queda este día.

Viernes. Durante la vuelta a CABA en micro, leo El ojo de Sebastián Chilano, que consigo en la librería El Gran Pez. Son cuatro ensayos, muy bien escritos, sobre el ojo mítico, de Horus a los romanos, el ojo clínico del médico contemporáneo y el mal de ojo. También leo una novela presurizada, Tinder de Gastón Franchini. Ambos textos ligeros, compactos, bien definidos. La novela de Franchini es un tratado sobre el amor en tiempos de redes sociales y aplicaciones y pandemia de covid. Pero también una tesis veloz de antropología contemporánea con observación participante. Ambos libros piden una relectura. Leer en el micro es placentero. Umberto Eco decía que el mejor lugar para leer era el tren porque no hay interrupciones y no se puede hacer otra cosa. En la ruta 2, por fin, tengo sol. El paisaje es hermoso. Me recuerda a los viajes de mi infancia.

Más tarde. Volver a Buenos Aires desde el sur implica un movimiento moderno. Buenos Aires, que existió más tiempo como una ciudad española que como una ciudad no española –llámese ciudad de la Primera Junta, de las Provincias Unidas del Sur, o ciudad argentina– responde a una cuenta simple. Si tomamos la fundación de Pedro de Mendoza en 1536 y contamos hasta 1810 son 247 años de vida española, incluido ese tiempo en que casi quedó desierta, el siglo XVII y XVII y el virreinato. Mientras que como ciudad independiente de España lleva desde 1810 hasta el 2024, año en el que escribo, lo que suma un total de 214 años. Si tomamos la fundación de Garay, en 1580, hasta 1810, son 230 años. O sea que todavía nos faltan dieciséis años para igualar el tiempo que Buenos Aires fue española. Podríamos tomar incluso 1816 como verdadera y definitiva independencia, lo cual nos daría seis años más de espera. No sé qué significa esto pero es irrefutable que Buenos Aires es un proyecto vital mucho más antiguo que nuestro país y que el origen de la ciudad también es muy claro.

Domingo. Repaso fotos y apuntes de mi visita al Museo de la Fuerza de Submarinos en la Escollera Norte. Mucho material. Necesito volver pronto. Lejos, es el mejor museo de la ciudad. La distancia que hay entre Buenos Aires y Mar del Plata siempre parece un poco más incómoda que la ideal. Es cerca como para viajar en el día, pero muy lejos para ir y volver. ¿Qué habría pasado si Mar del Plata se hubiese fundado doscientos kilómetros antes? ¿Se habría desarrollado igual? ¿Más, menos? Toda esa distancia de llanura dice algo. Buenos Aires, la ciudad del río; Mar del plata, la ciudad del mar. Dos puertos, dos historias, dos ideas diferentes, dos arquitecturas relacionadas pero separadas. Y en el medio, cinco horas de campo monótono y cielos melancólicos, como un lento y continuo rito de pasaje.