Lunes. Compra de libros. El pensamiento vivo de Sarmiento y Eurindia de Ricardo Rojas. Eurindia en dos tomos muy pequeños, de los que sacaba CEAL. Lo empiezo a leer. Es como un manual bien intencionado del choque cultural entre América y Europa. ¿Por qué, en algún momento, relacioné a Rojas con Lugones? Mi hipótesis, nada nueva, es que ambos eran escritores del siglo XIX. Muy poco o nada de humor, ninguna ironía, el peso de la tradición como un manto denso al que hay que responderle con elocuencia… Pero quizás Rojas fue el que más en serio se tomó ese juguete roto al que llamamos literatura.
Más tarde. ¿Qué vio y que no vio Rojas cuando escribió sobre Malvinas? Antes habría que reponer, volver a contar, dos historias que se mueven en paralelo hasta el momento en que el escritor llega, preso y confinado, a Tierra del Fuego. Son dos historias conocidas, pero que se pueden volver a narrar, agregando información y disolviendo malentendidos. La primera es la historia de la usurpación de las islas. La otra, es la biografía intelectual del mismo Rojas. Ambas confluyen en ese confinamiento de 1934. La primera empieza cien años antes, en 1831, aunque para entenderla hay que volver al menos hasta la Revolución de Mayo. La segunda tiene elementos más modernos, y, ya en el siglo XX, se compone de diferentes momentos políticos de Rojas, su participación partidaria, su militancia y su cautiverio. Ambas han sido contadas muchas veces, aunque la mayoría de esas veces no trascendieron un grupo de iniciados y especialistas. Ambas pertenecen a la historia argentina y, de una forma u otra, sirven para comprender las derivas que tomó nuestro país. Hay una tercera narración que une a Rojas con Malvinas y es la que reconstruye la escritura y publicación de su libro Archipiélago. Tenemos, entonces, la historia de la usurpación de las Islas Malvinas, los sucesos –equívocos o asertivos– del confinamiento de Rojas y mientras tanto la escritura y la publicación de Archipiélago, cuya descripción crítica nos reenvía a varios de intereses anteriores del escritor. Archipiélago entonces parece ser un nudo en su biografía, un punto, sino de inflexión, sí un lugar que convoca y sintetiza una larga serie de preocupaciones y temas sobre los que Rojas ya había escrito y volvería a escribir. Vistas sin más las escenas parecen no tener más que una vaga relación. Revolución de mayo, independencia de España, usurpación de las islas por los ingleses en 1833, golpe del 30 ya en el siglo XX y confinamiento de Rojas en Ushuaia en 1934; edición del libro Archipiélago, que a su vez se fue publicando antes como artículos en La Nación, entre agosto del 41 y enero del 42. Mi edición, que salió como parte de las Obras Completas de Ricardo Rojas de Losada es de 1947. Puestas en serie las fechas cobran otra relevancia. Para llegar a evaluar qué vio Rojas en Malvinas y por qué vio eso, entonces, hay que trabajar el pasado de esa mirada y también su presente y futuro inmediato.
Martes. El libro objeto y el libro amigo. El libro que demanda ser analizado y el libro que propone un análisis.
Miércoles. La Antártida argentina nos acerca un dilema, un problema epistemológico. Es Argentina pero ¿es entonces también parte de Latinoamérica? La respuesta es que no. Es otro continente. Nada lo ata ni a lo latino ni a América. Quizás pueda ser un poco latina, lo admito. Pero en todo caso, no es posible latinoamericanizar la Antártida, sino que, en todo caso, habría que antartizar la Argentina.
Jueves. Por el momento sigo trabajando en el archivo. Eso me tiene ocupado. Preparo dos libros que tenía que terminar. Me di cuenta que tengo varios pendientes y que no soy malo cerrando proyectos. En este momento de mi vida, me cuesta empezar proyectos. Pensaba escribir una novela pero no tengo fuerza –las novelas son máquinas obsesivas, sin obsesión, no funcionan– y siento la cabeza sucia, llena de fragmentos de muchos libros propios y ajenos. Me resulta mejor meterme a leer y ordenar la biblioteca antártica. Y de paso también mi biblioteca mental. Titular: “Un hombre intentó hacer un repelente casero con citronela y se le prendió fuego el departamento.” ¿Periodismo? Yo que siempre quise nada más que la ficción...
Viernes. Fui al centro y saqué algunas fotos del monumento a Roca desde el sur. En algunas parece que Julio Argentino se aleja, cabalgando por la ciudad.