Lunes. Entre gallos y medianoches, convirtieron al peronismo en un partido de izquierda. Y ahora lloran, como lloran los partidos de izquierda. El país, muy convulsionado y desordenado por esta situación. México, en breve espectáculo, gente de traje muestra dos figuras fosilizadas con mil años de antigüedad. Dicen que no pertenecen a nuestra cadena evolutiva. Robles en Twitter: “Van a llegar los extraterrestres y a nadie le va a importar un carajo.”
Más tarde. Mis amigos recuerdan mejor los diarios que escribí que yo. Hace unos días, Godoy me recordó un diario que mantuve durante mi viaje a Ecuador y que, por mi parte, había olvidado casi completamente. Ahora que leo lo que se escribió en la Antártida, Sobral y Acuña, me doy cuenta de que el diario es, tal vez, el género que más practico y el que mejor se me da por su falta casi completa de reglas narrativas. El tiempo ordena lo que se escribe. Ese es el ritmo. Por momentos se parece a grabar una improvisación. Cuanto más caudaloso es el diario, menos posibilidades hay de corregir.
Martes. Leí en dos días La epopeya del aviso ARA Alférez Sobral de Jorge Muñoz. La historia es dramática, la prosa, descuidada. Malvinas es el mejor ejemplo de que tener una historia para contar es mucho más importante que saber contarla. Wilde lo simplificó aún más, para escribir, dos cosas: tener algo para decir y decirlo. Y él entendía bastante de forma y letra.
Más tarde. Decía Marco Aurelio: Si está amargo el pepino, tiralo. Si hay espinas en el camino, andá por otro lado. Con eso basta. No empieces: ¿Por qué existe esto en el mundo…? Hice una traducción libre pero la esencia es esa.
Miércoles. Compré en la librería del barrio, a doscientos pesos cada uno, Anti-ecología de Ettore Tibaldi y Malthus y el control de la natalidad de un tal Enrique Martín. Es muy probable que hayan pertenecido al mismo dueño, un lector preocupado por el futuro. También compré La calabaza de Roger Peyrefitte, una novela breve sobre un pintor y un triángulo amoroso. Gasté seiscientos pesos y un alfajor en Havanna sale ochocientos y una botella de Malbec también.
Jueves. Leí Estafa Espejo de Camila Olveira, que firma como Kamil Grisel. Es un libro breve de poemas muy ajustados, todos de amor, desamor o amistad. Los versos son muy simples, al punto que el título muchas veces es un verso, y el más importante, y lo sigue otro verso que lo completa, y el poema enseguida termina. En algunos hay articulaciones políticas, preguntas sociales, pero el libro se escribe como un diario fragmentado, impresionista, ligero, empático. ¿Quién no amo, dejo de amar, recordó ese amor, lo sufrió, lo deseo, y se dejó transformar por él? Lejos del escepticismo, Kamil Grisel se entrega en cada palabra. Estafa espejo, así, es un libro de versos actuales, directos, que actualizan en clave punk romántica nuestros caminos sentimentales por la ciudad, nuestras decepciones y entusiasmos. Poesía veloz, de encuentro en redes sociales, en terrazas y bares, que nos ayuda, en nuestra vital resignación y pese a todo, a buscarnos y encontrarnos.
Más tarde. No creo que haya que cambiar mucho. A mí la Argentina me gusta. Creo que hay que fusilar a los que endeudan el país. Nada más. Noticia: “Una cuidadora de un zoológico de Salzburgo, Austria fue atacada por un rinoceronte y murió por las heridas en el lugar de la tragedia, en la que también resultó gravemente herido uno de sus colegas, anunció la policía austriaca.” La noticia no es que un perro mordió a una persona, sino que una persona mordió a un perro, o que un rinoceronte mató a una cuidadora del zoológico pisándola.
Viernes. Como dijo alguna vez Jarmush: “Authenticity is invaluable; originality is nonexistent.”