Lunes. Veo un recorte de una entrevista televisiva en la cual Milei dice: “Si querés drogarte, drogate, si querés suicidarte, suicidate, pero no me hagas pagar la cuenta a mi y al Estado.” ¿Qué idea tiene de la voluntad humana? ¿Qué idea tiene del Estado? Toda enfermedad podría ser tratada así. El Chagas, la hepatitis, el cáncer… Lo tildan de fascista pero no veo nada más alejado del fascismo que Milei y el liberalismo. Más tarde, en la Feria Migra, discusión sobre el tema del suicidio con el doctor Rosé. Todo muy tenebroso. ¿Pero no es lúgubre el pueblo en esta democracia deficitaria? Quizás peor sea el gobierno de los últimos años. Cuarenta años de democracia y seguimos viviendo en la semicolonia habitual.

Más tarde. Compro un kilo de riñonada para el horno que sale tres mil quinientos pesos y tres botellas de vino que no llegan, juntas, a ese precio. Los tres son vinos de mesa, uno quizás un poco mejor. Tres Malbecs de Mendoza, donde se hace el mejor Malbec del mundo. Todo es parte del desarreglo, de la falta de dirección, de la economía argentina.

Martes. Salió Sobre la tumba de Huysmans de Bloy traducido y prologado por Nicolás Caresano. Un libro que no se entiende qué es hasta que se lee la primera línea del prólogo de Caresano. Ahí se entiende todo y el texto empieza, página a página, a volverse indispensable. ¿Indispensable para qué? Para leer hoy lo que pasa y deducir que ya pasaba antes y que había escritores dotados que lo denunciaban, y también que pagaban su libra de carne por hacerlo.

Más tarde. La soberanía es un ejercicio, no un discurso.

Jueves. 24 de agosto. Día del lector por Borges. Trump se entrega en una cárcel del condado de Fulton. ¿Qué libros leería un Trump condenado a cinco años?

Más tarde. Cuando alguien señala nuestra ideología nos sentimos descubiertos, desnudos. Ah, usted piensa así… Pero también se experimenta cierto alivio. Sí, yo pienso así. Hay que reafirmarse. Nunca retroceder. Básicamente porque ya no se puede retroceder. No digo nada nuevo. Ahora toquemos.