Domingo. Mi hija me recomendó Dedos de coliflor, una compilación de fragmentos de Virginia Woolf sobre su vida como editora de libros de pequeña tirada. Lo sacó Barba de abejas, una editorial artesanal de La Plata. Es un libro muy lindo, escrito con la suavidad y la inteligencia de Virginia, pero hay algo más. El hecho de que me lo haya recomendado Pierina y que se trate de tareas similares a las que tengo como editor me conmueve.

Lunes. Virginia logra con su forma de escribir una intimidad especial. Es sincera, ligeramente trágica, feliz de forma intermitente, y siempre cristalina y amable. Dedos de coliflor es una antología de fragmentos, un ensamblaje donde Eric Schierloh, el editor de Barba de Abejas y del libro, oficia como co-autor armando un rompecabezas, marcando un nuevo camino a través de diarios y cartas. No me parece un trabajo despreciable. Como Barba de abejas es una editorial artesanal, de alguna forma muy puntual Schierloh se va buscando en los libros más testimoniales de Virginia y se retrata con sus palabras. El resultado es un experimento literario ordenado y casi secreto y muy placentero de leer. El prólogo monográfico y las notas están muy bien escritos. La historia que se va armando. Un matrimonio joven de escritores compra una prensa para editar libros de forma doméstica. La trama resulta melancólica. La épica privada del editor, las dudas, las frustraciones, las inseguridades, los logros, los éxitos insospechados... Editar libros, de la forma que sea, nos convierte un poco en adictos, en monstruos, digamos que nos deshumaniza. El editor es un lector, pero también hace otras cosas más activas, sucias y lacerantes. Y Virgina lo sabe o lo intuye. De todas las citas posibles de este libro de citas me quedo con una que ella anota en abril de 1919: “¿Cómo me gustaría que fuera mi diario? Un tejido suelto, desaliñado, tan elástico que pueda albergar cualquier cosa que se me ocurra, ya sea solemne, ligera o hermosa. Me gustaría que se pareciera a uno de esos hondos escritorios antiguos, o a una gran bolsa en los que uno mete un montón de cachivaches sin revisar.”

Martes. Debería volver a la Antártida. “Y hasta los pájaros del cielo harán nido en él.”

Miércoles. El catálogo de Barba de abejas es excelente.

Más tarde. En Chaco murió un bebé porque la madre tomaba cocaína mientras lo amamantaba.

Jueves. Leo Dedos de Coliflor y lo voy alternando con Dos años entre los hielos de Sobral. Son libros diferentes, opuestos. Los une mi mesa de lectura. Creo que nada más. Desde ya, si uno busca coincidencias, las va a encontrar. Pero en este caso no hay pirueta retórica que funcione. Eso también es mérito lector: la relación, o en este caso la poca o nula relación, de los libros que se leen.

Más tarde. El influencer Sharath Kumar murió mientras grababa un TikTok. Leo que “ignoró las reglas de seguridad y terminó resbalando por las cataratas de Arasinagundi.” Otro influencer, Remi Lucidi, falleció cuando se cayó de un piso 68. Buscaba filmar contenido para sus redes sociales.