Jueves 25 de mayo. Los revolucionarios de mayo, nuestros padres, todavía nos esperan en el futuro. Seamos dignos hijos de esta tierra y de esa revolución.

Más tarde. Los narradores se pueden separar en dos. Por un lado, los contadores de películas, de anécdotas, de chistes, los charlistas de sobremesa, Robin Wood, Muy Interesante, mi tío. Por el otro, los que piensan que la novela es un medio poético de expresión de ideas. Leo poemas de Conrado Nalé Roxlo: “Después hallaron el puñal caído/ en el polvo amarillo, el cabo roto./ Después leguas sin nada. Y el remoto/ viento moviendo el pajonal sin ruido.”

Viernes. Un cansancio raro que se mezcla con aburrimiento. Para combatirlo, vuelvo a Islas en el Golfo. Es muy importante, casi diría fundamental, tener un autor y un par de libros a los que volver cuando te agarra la patada lenta del hastío. En Islas en el golfo está todo. Es una lección vital y formal de lo que se debe escribir, de cómo se debe escribir y de qué tenemos que leer y por qué. Al mismo tiempo es otro libro. No es el mismo libro que leí en su momento. Y al que volví al menos dos veces en dos momentos diferentes de mi vida. Eso me lleva a pensar que debería releer algunas obras más. Me propongo hacer una lista. El objetivo es no distraerse. La lista debería servir para eso. Ayer y hoy, Carmelo con tos. Todos los niños de Buenos Aires, con tos. La temperatura empezó a bajar muy tarde este año. A la noche, vimos la mítica Commando de Mark Lester con Arnold Schwarzenegger. Le gustó. “–If you want your kid back, then you gotta cooperate, right? – Wrong!”

Sábado. En 1939 los ingleses mataron a 750.000 mascotas y animales domésticos porque estimaban –sin equivocarse– que los dueños compartirían con ellos –algo que ya había empezado a pasar– sus raciones de guerra. Hay poca información sobre este hecho. ¿Quienes fueron los que mataron? ¿Cómo se hizo la matanza?

Más tarde. De forma laboriosa y lenta, fui componiendo una bibliografía sobre la Antártida argentina. Hay muchos libros. Aunque no tantos como sobre Malvinas. Trato de hacer un recorrido cronológico, otra lista. Y entonces me doy cuenta de que es una biblioteca desordenada, grande, importante, pero tomada por el caos. ¿Dónde están los libros sobre la Antártida? ¿Quién los leyó y ordenó? ¿Cuáles hay que leer primero y cuáles después? Hernán Pujato tuvo que convencer a Perón de que era necesario ocupar el espacio antártico que la Argentina reclamaba para sí. Con ese objetivo usó una serie de metáforas y analogías. La más conocida es la de la casa y la tapia: “Si yo tengo una casa con un fondo largo y nunca llegue hasta esa tapia, el día de mañana entrará cualquiera y me negará que sea mía.” La idea del fondo de la casa y su espacio puede usarse para pensar esta tesis. En esa tapia final, ese fondo, para esta tesis, no hay un descampado, un terreno yermo, sino un conjunto de libros específicos, una biblioteca. Pero no están ordenados y acomodados. Lejos de una organización crítica y razonada que permita su consulta, esa biblioteca está desplegada, en partes abandonada. Algunos de sus libros están incluso escondidos y otros son notas en viejas revistas o manuscritos inéditos. Así podemos reescribir la frase de Pujato: “Si yo tengo una casa con un fondo largo y al final hay una biblioteca, y nunca llegue hasta esa biblioteca, ni la leí ni la ordené, el día de mañana entrará cualquiera y me negará que sea mía.”