Lunes. Biografía de Faulkner. Empieza tematizando las armas y las letras. Faulkner se autodenigraba. Las letras son para los débiles. Los que sí valen son los hombres de acción, los fuertes, los hacedores. Hay algo de impostura y afectación en las declaraciones que compila Louis Daniel Brodsky y que reproduce y suscribe sin mucha crítica. Pero también hay un núcleo de verdad. Por mi parte, ya estuve bastante tiempo entre hombres de armas para entender que no pasa por esa dicotomía lo que hace que una experiencia nos eleve, al menos durante un tiempo, por sobre la mirada de los otros hombres. Y para completar el cuadro, y también simplificarlo, podría agregar que, pese a todo, el cuadro sigue funcionando. El orden de las armas, la experiencia, la voluntad y el cuerpo y el otro orden, el de las letras, la letra, la lectura y la escritura y su legislación. Ahora bien, muy rápido deja afuera esa dicotomía a la política.

¿Dónde está la política en esa dicotomía? ¿De qué lado poner esa actividad? El himno a Sarmiento señala una nueva categoría. Sarmiento habría obrado con la pluma, con la espada y la palabra. La dimensión de la palabra aquí, su oralidad, referiría a la política, sería una tercera instancia. El escritor, el soldado y también el político. Si para Carl Von Clausewitz “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, y eso marca una pertenencia a la esfera de la experiencia, la parte leguleya y legislativa de cualquier cargo público o funcionario, así como la palabra sería lo contrario de la acción, pone a la política por sobre la dicotomía inicial de las armas y las letras. Entonces, la actividad total, la que lo engloba y toca todo, sería la política. (Debería poner todo esto en un ensayo más ordenado. ¿Por qué no lo hago?)

Martes. Novela de Jünger. Misma situación de las armas y las letras. El que pelea no puede escribir. El que escribe no puede pelear. Y sin embargo, empezando por el mismo Jünger, todo el que pelea escribe y lee un poco y todo el que pasa su tiempo en el escritorio, en algún punto, se ve llamado y acude al combate. Aunque esto sea más raro y determinante, incluso dramático y trágico. Véase la vida de José Marti. Véase prólogo de Walsh a Operación Masacre. De paso, de ese título la palabra más importante es operación, aunque uno siempre se quede con masacre. Y esa última palabra nos remite a Marcelo Fox. (La palabra Operación en su polisemia debería ser mejor examinada.)

Más tarde. Otro libro más que va de eslabón en la cadena de las armas y las letras. Diario de Malvinas. 77 días entre el miedo y el valor de Jorge Racca, un soldado del Regimiento 8 que estuvo durante la guerra en la Isla Gran Malvina. Racca cuenta desde hoy cómo fue la muy breve instrucción que recibió cuando entró en el servicio militar en febrero del 82 y después transcribe su diario de guerra, escrito en ese momento. Mientras patrullaba Bahía Zorro, bajo el fuego de artillería naval inglés, Racca leía y escribía cartas, y escribía su diario.

Miércoles. Soy optimista. Dentro de algunos siglos, la idea de la bolsa de valores y cómo los países se hundían o revivían por la percepción sesgada de algunos operadores de mercado va a ser muy difícil de explicar. Hoy son increíbles las trepanaciones de cráneo, las guerras religiosas, los violentos prejuicios brujeriles. En el futuro van a preguntar: “¿De verdad estas gentes creían en eso que llamaban mercado?” En el futuro, lo bursátil va a ser lírico y extraño como hoy lo son los dioses griegos o el neopaganismo.

Jueves. Operación puede remitir a una actividad médica, mediática, matemática, política o militar. Y estas diferencias no se excluyen, sino que se superponen, condicionan y atraen.

Más tarde. Releo el Paolo de Lucas Varela. Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio. Una lectura muy fina y exigente de la Comedia. Quizás la mejor lectura argentina del siglo XXI que se hizo de Dante. (Y de otras zonas de la literatura italiana.) En cada página –en cada viñeta– se actualiza una idea crítica. Intentar agotarlo en un ensayo como hice alguna vez con escritores que me son contemporáneos sería imposible. El manejo de la fragmentación, la elipsis y la narración que hace Varela es virtuoso y sorprendente. Se puede aprender mucho de eso.