Libros y Lecturas

Miércoles. Por una larga y concurrida charla sobre vendedores ambulantes y sus estilos, antes y ahora, caigo en Venta libre, un episodio de El Otro Lado. 1994. Fabián Polosecki en su mejor momento, excelente como periodismo, historia, arqueología y actualidad. Qué máquina YouTube. Busco y encuentro enseguida algo que vi hace casi treinta años en el aparato de televisión de la cocina de mi casa en la calle Campichuelo. Primera frase del programa: “La mejor vendedora que conozco es la ciudad. Trabaja las veinticuatro horas y su sistema de seducción es el exceso. Promete todo. Hasta una vida mejor. Y no espera que uno le crea nada.” Ahora entiendo que esa fue mi escuela para aprender a entrevistar. Mi madre psicoanalista que me marcaba la escucha y el habla en las entrevista de Polo y también de Hora Clave. Me señalaba los silencios, las intervenciones, el ritmo. El programa termina así: “Las historias convencen más que las razones.” Sigo leyendo La Argentina imperial de Larriqueta, un libro excelente.

Lunes. Escribo un artículo sobre Gadda para Revista Paco. Nunca debería haberme ido de la literatura italiana. ¿Literatura portuguesa y brasileña? La enseñé en la facultad. Un gran error. Salvo tres o cuatro autores, Nelson Rodrigues, De Queirós, alguno más, toda una franela de pérdida de tiempo. ¿Francesa? La base para la Argentina del siglo XIX. Sirve, pero tiene un techo. ¿USA? Una escuela. Pero a todas las supera la italiana. A todas.

Lunes, 2 de enero. La ciudad está vacía. En una librería de Corrientes que tiene saldos compro La Argentina renegada y La Argentina Imperial de Daniel Larriqueta a ciento ochenta pesos cada uno. Con ciento ochenta pesos hoy no se puede comprar casi nada. Empiezo a leer La Argentina imperial porque me gusta mucho la tapa, una bandera de la ciudad de Buenos Aires. El prólogo es engolado y forzado. Larriqueta que escribe en la década del 90 y es un viejo cuadro de la UCR alfonsinista se ve en la necesidad de hablar de la democracia y explicar su sistema binario que divide El Plata de las provincias. Lo que sigue es excelente. Un Cuadernillo del mundo donde habla de la transformación española a partir del descubrimiento de América, un Cuadernillo portugués, donde explica la expansión y la decadencia del imperio portugués, y un Cuadernillo Argentina que se desarrolla en ese contexto. La prosa es justa e informativa, por momentos se permite incluso cierta lírica. Larriqueta se ocupa de una historia que es no solo hermosa y dramática, sino imprescindible para entendernos. Sin más, un libro excelente.

Martes. Titular de Infobae: “Se incendió un barco en el Río de La Plata.” La nota dice que mandaron un helicóptero y dos lanchas guardacostas para rescatar a los tres tripulantes. “Las causas del incendio aún están en investigación.” Fuego en el agua, una metáfora común.

Jueves. Volvimos a Buenos Aires. Pasamos la noche en el micro. Buenos Aires nos recibió con la indiferencia de siempre, lo cual me da una secreta alegría. Sobre el mundial y Argentina campeón: había y hay una gran necesidad de emociones verdaderas e identitarias. En un siglo de mentiras y espejismos, volvimos a la tradición.

Jueves. Ayer fuimos con Jerry a despedir al Irizar que zarpaba en campaña antártica desde Dársena Norte. Queda pendiente decir algo más de Thompson, No picnic y su bonhomía. Un libro burocrático sobre la burocracia de la guerra. Sí, pero hay que leerlo. Incluso debería reseñarlo. Es un libro hecho con todo lo que a la Argentina le faltó durante la guerra y al que le falta todos los testimonios, el dramatismo y las historias que nos dejó a nosotros la guerra. Es un libro en negativo. Hay más lírica y mística en una foto del puente del Irizar que en todo el libro de Thompson.

Domingo. Desayunamos tarde y salimos después del mediodía hacia La Boca. Queríamos tomar el 53 pero al final viajamos en el 46. Después de dar unas vueltas, llegamos a Colón Fábrica. Mia Antonella está contenta pese a que no le gusta el barrio. El Colón Fábrica es un espacio muy grande, un depósito enorme, con trajes y escenografías de óperas. Sacamos fotos. Los fragmentos de Turandot y Aida me impactaron. También la escenografía de Un tranvía llamado deseo. (Me dieron ganas de ver y escuchar las obras, sobre todo la muy esmerada puesta de Los cuentos de Hoffmann que hace unos años dirigió Eugenio Zanetti.) Después tomamos un café en la terraza de Proa. La Boca, nuestro Casba. (Atrás de cada ópera hay un libretista escondido, y ese escritor por lo general es un lector agudo y preciso de la tradición literaria a la pertenece.)

Miércoles. Argentina-Polonia. Ganó Argentina por dos goles. Fue un partido de mucho toque y los polacos no presionaron porque incluso perdiendo así pasaban de ronda. (No me gusta Polonia como país por cosas como estas.) Más tarde, leo una novela inédita de Jorge Chiesa. Me gusta. Es a la vez, amarga y divertida. A la noche, festividad con músicas africanas en el barrio. Supongo que es la comunidad de negros dominicanos. En el bar tipo cueva que hay abajo del departamento de Mia Antonella hay una foto de Trujillo en la pared.

Sábado. Ayer entrevisté a Gerardo Buchwald en el circo Arlequín que queda al lado del Circo Rodas. De hecho, me contó Don Buchwald, son del mismo dueño. Me acompañó Carmelo. Fuimos en colectivo hasta Crovara y General Paz. Hacía calor. Pero el viaje valió el esfuerzo. Los dos volvimos muy impresionados por la historia de Buchwald.

Jueves. Camino desde el subte de Plaza Constitución hasta la casa de Mia Antonella. En el camino veo a una mujer, muy flaca, vestida con un traje de hombre que le queda grande, fumando paco en la vereda y tratando de leer un cartel que hay en la pared. Lo lee en voz alta y cada tanto se detiene para atender la pipa rústica de la droga. Lo que más me llama la atención es el traje que tiene puesto. Más tarde, leo sobre el San Luis y también leo en voz alta.