Libros y Lecturas

Lunes. Pienso que voy a ser Dalmiro Sáenz. ¿Qué implica ser Dalmiro Sáenz? Ser un Dalmiro Sáenz, un Eduardo Gudiño Kieffer, un Bernardo Kordon, un Juan José Manauta. Ser un escritor con una buena cantidad de libros de segunda línea. Conocer un poco de fama y un poco de nada. No quedar finalmente en ningún lugar para nadie. Alcanzar algunos logros como ser traducido al francés, o incluso un premio. Pero finalmente ser muy rápido comido por el tiempo y las elecciones divergentes de los lectores. Quedarse en lo contemporáneo que se avejenta y se va, se pierde, se olvida. Reaparecer cada tanto porque todos reaparecemos alguna vez, en una lista, en un recuerdo, en alguna trabajosa edición. Pero sin estridencias, sin explosión, sin memoria. No me veo otro destino. Tampoco el vaticinio me parece tan nefasto. Y la verdad es que me sirve y me libera entenderlo.

Lunes. El domingo 11 de septiembre, con una primavera anticipada, se recordaba el atentado a las torres. Y también, esa mañana según La Nación, murió Dalmiro Sáenz a los noventa años. Lo supe leer siempre a destiempo. Compraba sus libros usados en Corrientes, publicados hacía mucho en la década del 80, o a veces antes. Incluso fui a ver, arrastrado por un amigo, una de sus obras de teatro en una puesta deplorable, casi de cuadrofilodramático. Su ficción política era muy buena, El día que mataron a Alfonsín o Alto quién vive. Walsh le criticó su libro de moda, Setenta veces siete.

¿Lo romántico y lo clásico? Primero lo que llega del romanticismo. ¿Por qué? Siguiendo la cronología debería ser alrevés. Sin embargo, vivimos dentro de esa esfera, la romántica, y lo clásico nos asalta desde atrás, desde el siglo XVIII, desde una edad antigua. Lo clásico se actualiza, es posible, pero siempre como un visitante. Aunque en la dicotomía se deja ver también una tensión clásica que el título atiende esperando mejorar la comunicación en la conjunción. Me explico: si fuéramos más consecuentes con la idea general de esta breve nota, el título debería ser Lo romántico con lo clásico, o incluso Lo romántico dentro de la clásico y lo clásico dentro de lo romántico. Lo que no podría ser nunca es Los románticos y los clásicos. Contra esa idea es que lo escribo acá. Contra la idea de hacer nombres y dividir con taxonomías exactas cuerpos de textos y grupos que se encuentran siempre tensionados y contaminánzandose.

Lunes. Encuentro en la web al anatomista holandés Philippe Verheyen (1648-1711) diseccionando su propia pierna. La obra es de un pintor anónimo, circa 1715, y pertenece a la colección Pieter Deheijde. Diseccionar la propia pierna es una buena metáfora del escritor de ficciones pero también del crítico. Lo que lo diferencia quizás sea que uno examina la pierna derecha y el otro la pierna izquierda.

Lunes. Leo sobre la quema de libros del 10 de mayo de 1933 en la Plaza de la Ópera en Berlín. Las fotos que hay en la web son terribles. Wikipedia dice que “la acción” se realizó bajo la dirección del Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund, la federación de estudiantes nacionalsocialistas, en Berlín y en otras veinte ciudades universitarias. Fue el momento cúlmine del «Aktion wider den undeutschen Geist», o «Acción contra el espíritu anti-alemán», iniciada en marzo de 1933 y con la que se comenzaba la persecución sistemática de los escritores judíos, marxistas y pacifistas.

Lunes. Hace 25 años se desarmaba la Unión Soviética. Entre el 19 y el 22 de agosto hubo un intento de golpe de Estado. Según Wikipedia, un grupo de funcionarios depusieron al presidente Mijaíl Gorbachov e intentaron tomar el control del país. Los líderes del golpe eran la llamada “línea dura” del Partido Comunista de la Unión Soviética que pensaban que el programa de reformas de Gorbachov se había excedido. Durante el primer día, la televisión solamente emitió el ballet El lago de los cisnes pero ya desde mucho antes los moscovitas lo asociaban con problemas políticos. Stalin prefería a Tchaikosky, Malecivh y los suprematistas y las vanguardias de los años 20 le planteaban demasiadas preguntas. Si aparecían los tutús en la tele, entonces, era porque en la calle los rusos no se ponían de acuerdo. ¿Y todo eso por qué? Porque como quería Gil Scott Heron, la revolución no será televisada.

Lunes. Buscamos todo el tiempo decir que el rey está desnudo y creo que, al final, termina siendo más importante decir que está vestido, o al menos describir de qué color es la ropa que se imagina la gente. El niño que dijo que el rey está desnudo quizás no era tan ingenuos, después de todo, pero tuvo el timming de decirlo en el momento justo. Si andas buscando reyes desnudos por el mundo para satisfacer tu narcisismo es muy probable que los encuentres pero por más fuerte que grites no vas a generar el efecto de inocencia que demanda la puesta en escena de la verdad. Cuando decís que el rey está desnudo fuera de la inocente ciudad medieval es muy probable que los viandantes apenas se detengan y se encojan de hombres con indiferencia antes de seguir caminando.

Lunes. Era escritor. Pero ya no lee libros. Va por las estaciones de servicio mirando las pantallas colgadas del techo y las heladeras iluminadas. ¿Me veo a mí mismo? Sí, hay un momento donde la lectura se detiene. En ese momento se puede empezar a escribir, a amar con el cuerpo, a morir, a vagar. Quizás en algún momento se detenga para siempre. Cuando sea viejo voy a llevar semillas secas en los bolsillos y voy a decir que esa es o era mi obra. Me regalaron un dragón de dos cabezas y mis compañeros de trabajo dicen que representa la teoría de los dos demonios.

Lunes. Lo clásico y lo romántico como dos vectores, dos estilos que conviven en tensión. No hay grado cero ni de uno ni de otro. Lo romántico tiene sus formas clásicas. Los clásico, formas románticas. Analizarlos desde la escuelas, y luego pasar a los autores y de ahí a las obras, es un error. Mejor es seguir la aparición y los desvíos de cada rasgo, encontrar lo romántico en lo clásico y lo clásico en lo romántico. No para romper la dualidad, sino para reforzarla, para tematizarla. Crear a partir de esa taxonomización tan conocida y transitada un aparato de lectura y procesamiento de lecturas que funcione para leer mejor, con mayor precisión.

Domingo a la noche. Participé de una feria del libro popular, en una mesa sobre revistas digitales. Después en una librería de Corrientes compré insectos en acrílico y dos viejas revistas Supersexy de principios de los años 90. Una se la regalé a Luis Diego Fernández, al que vi más tarde en Radio Ciudad. También le regalé una mariposa de la noche a Aki.