Esto es en defensa propia. Y para terminar con la mentira.

La respuesta final a disparatada acusación de Hugo Moyano y su abogado, Daniel Llermanos, de que formo parte de una “red ilegal” de espionaje.

Al escrito formal lo acabo de presentar, con mi firma, ante el juez federal de Lomas de Zamora, Juan Pablo Auge.

Lo hago aunque no estoy ni siquiera imputado.

Para que ningún distraído se confunda.

Y para evitar que cualquier periodista inocente tenga que pasar por el momento que pasé yo.

Moyano me acusa de delitos disparatados. De participar de una supuesta “operación de espionaje ilegal” al mostrar, en La Cornisa, fotos y videos. ¿Fotos y videos de qué? De, cómo él mismo y su hijo Pablo, en octubre de 2018, estaban cometiendo delitos. ¿Qué delitos? El de amenazas a incitación a la violencia. ¿Cómo? A través de una pegatina de afiches con información falsa, que incluyó un montaje de fotos mías y de mi familia ¿Y dónde estaban “las pruebas” del delito? ¡En las paredes de la Ciudad!

Moyano afirma que yo tenía vínculos con espías de la AFI. Que uno de ellos, Alan Ruiz, actuaba como “productor ejecutivo” del programa. Que otra agente, Mercedes Funes Silva, se encontraba dentro del estudio de América, durante la emisión de la Cornisa.

Son todas mentiras.

Esta es la verdad.

El 17 de octubre de 2018 se viralizó en las redes un escrache intimidatorio con imágenes adulteradas del procurador de la provincia de Buenos Aires, mías y de mi mujer.

No voy a repetir el contenido para no revictimizar a mi mujer.

El 18 de octubre, Pablo Moyano, mostró por televisión la misma basura.

Así empezó a perpetrar el delito de incitación a la violencia.

Cuarenta y ocho horas después, el 20 de octubre, aparecieron cientos de afiches intimidatorios, anónimos y pegados en forma ilegal. Con el mismo texto y las mismas fotos adulteradas.

Los pegaron en Congreso, en Constitución, muy cerca de la sede de la Federación de Camioneros, y en la zona donde tiene su sede América TV.

Pretendieron degradarme como profesional. Meterme miedo.

Es lo mismo que intentan ahora.

Dos días después del escrache, el 22 de octubre, no me escondí, ni recurrí a ningún espía: denuncié los hechos ante la justicia y lo publiqué en mis programas y mis redes.

La fiscal de la causa pidió:

·Grabaciones de cámaras a la División Monitoreo Urbano de la Policía de la Ciudad.

·Grabaciones de cámaras de comercios privados apuntando a la calle.

.El análisis de las imágenes por parte de la Policía Federal.

·Un listado de comunicaciones con las antenas y las celdas de las áreas donde se pegaron los afiches.

La operación escrache fue muy burda.

Se inició en la zona cercana al Sindicato y Federación de Camioneros.

Quienes pegaron los afiches tenían la ropa del sindicato de Camioneros.

Vecinos nos escribieron y mandaron imágenes.

Pero Moyano y LLermanos no hablan de eso. Me siguen acusando de delitos inventados y que no están en el Código penal.

Uno sería haber permitido la presencia en el estudio de la Cornisa a una supuesta agente de la AFI.

Otro, el intercambio en supuestos chat del supuesto grupo Súper Mario Bros. Según esos chats, integrantes del grupo hablan sobre el programa La Cornisa y las imágenes de camioneros pegando los afiches.

Los supuestos mensajes fueron publicados en medios periodísticos a instancias de Llermanos. Demuestra que el abogado está desesperado: lo hizo mientras la causa estaba en secreto de sumario.

No se trata de mensajes originales.

Para que se entienda: cuando dentro del supuesto chat del grupo Super Mario Bross hablan sobre el programa La Cornisa, en realidad están reenviando mensajes de otros.

Huele a “prueba” adulterada, igual que el armado de los afiches.

No conozco ni conocí a ninguno de los supuestos espías.

Tampoco ingresó, nunca, ni al piso ni al control de La Cornisa, con la autorización de la producción, ningún agente de inteligencia.

Y menos durante la emisión de los programas en los que denunciamos la pegatina de afiches.

Moyano y Llermanos afirman que soy parte de una red de espionaje porque los supuestos espías comentan en su grupo de chat los contenidos de mi programa de televisión después de verlo en el living de su casa.

Pero eso no es todo.

Estas mismas falsas denuncias de espionaje vienen siendo presentadas desde hace tiempo por Moyano ante distintos tribunales. Y fueron desestimadas o sobreseídas por media docena de jueces.

La causa en la que fui varias veces sobreseído se inició el 8 de mayo de 2018. Moyano me denunció, junto a otros periodistas, se ser parte de un entramado político judicial para desprestigiarlo.

Moyano amplió la denuncia. Agregó la entrevista que le hice a la señora Nancy Pastorino en el programa 4 Días. Pastorino fue extorsionada por parte de la comisión directiva de Camioneros. La causa está en la etapa de juicio oral.

Un poco antes, el primero de abril de 2018, para ver si tenía suerte con “el tiro al pichón”, Llermanos presentó la misma denuncia en los Tribunales de Lomas de Zamora.

Cayó en el tribunal de Juan Pablo Auge, el mismo juez que ahora está a cargo la causa en la que me Moyano me volvió a denunciar por los mismos hechos.

El 24 de mayo del año pasado Auge, por una cuestión de competencia, se la remitió al juez Ariel Lijo, donde se acumularon todas las denuncias de Moyano en mi contra.

En julio de 2019 Lijo desestimó las denuncias por inexistencia de delito.

También sobreseyó a Alfredo Leuco, Gustavo Gravia y Alejandro Fantino.

Explicó que las acusaciones de Moyano y Llermanos no eran denuncias certeras sino conjeturas.

Que los periodistas no estábamos cometiendo ningún delito. Solo trabajando de periodistas.

Moyano y Llermanos apelaron la decisión.

La Sala 2 de la Cámara Criminal Correccional Federal con la firma de Martín Irurzun y Leopoldo Bruglia la rechazó.

Los fundamentos del rechazo fueron lapidarios.

Irurzun y Bruglia recordaron el valor de la libertad de prensa. E Invocaron el derecho constitucional de reservar y proteger las fuentes de información.

La sentencia está firme.

Soy inocente.

Ahora Moyano aduce que no podría ampararme en el secreto de las fuentes. Según él, una de esas fuentes “confesó” que me suministraba información.

Vamos de nuevo: no conozco a ninguno de los imputados de la causa. Nunca recibí información de ellos. Y no voy a renunciar nunca a mi derecho de preservar y proteger a mis fuentes.

Moyano y LLermanos están desesperados. Tienen la fantasía de que si me meten preso, ellos van a quedar impunes por los graves hechos de corrupción que enfrentan: defraudación, estafa, asociación ilícita y lavado de dinero, entre otros.

Usando como herramienta esta causa, Moyano no solo pretende romper los cimientos de la libertad de prensa. Además quieren pulverizar la figura del arrepentido. Es la misma estrategia de Cristina Fernández y Cristóbal López.

Tampoco me extrañaría si algunos imputados, empiezan a ensuciar a periodistas y dirigentes políticos sin pruebas.

Así, los corruptos obtendrían su trofeo más preciado: hacer creer a la sociedad que todos somos lo mismo.

Pero para eso se necesitan pruebas. Y las pruebas no se pueden inventar.

LINKS A LA DOCUMENTACIÓN PRESENTADA ANTE LA JUSTICIA