Aunque parezca mentira, la irrupción del coronavirus en la Argentina ha generado, para el gobierno, dos buenas noticias. La primera: el presidente, con una breve pero efectiva cadena nacional, retomó la iniciativa política y el manejo de la agenda. Después de lo que se percibió como una cierta subestimación de la pandemia, la decisión de “preservar” al ministro Ginés González García y permitir que la secretaria de acceso a la salud y médica infectóloga, Carla Vizzoti, comunicara las decisiones oficiales, se puede considerar un cambio sobre la marcha, pero en el buen sentido.
Junto con la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, quien redactó las nuevas normas legales destinadas a evitar la propagación del virus, Vizotti explica directo y sencillo, como se debe hacer en circunstancias extremas. La segunda buena noticia: el soviet de la segunda línea que está agazapado y sigue peleando por la caja y el poder, quedó descolocado. Fuera de foco y de contexto. Pedaleando en el aire. Así, la vicepresidenta deberá esperar un tiempo más para conseguir la impunidad, y los chicos grandes de La Cámpora tendrán que suspender su vocación para voltear jueces y periodistas y liberar a Milagro Sala, porque el delirio del lawfare salió de la agenda de un día para el otro.
Por nuestra parte, en los próximos días, completaremos la cuarentena informativa que nos impusimos. Estamos a punto de terminar el proceso de desvinculación con América y el pase a un lugar de trabajo (para nosotros. No incluyo a mis queridos compañeros) más sano, no tóxico, con un gran prestigio, con plena libertad de expresión, en la tele, en prime time, de lunes a jueves y también el domingo, libres y fuertes, para desconcierto de quienes pretendieron doblegarnos y sacarnos de la cancha.
El problemón, a pesar de las buenas noticias, tiene dos caras y ya aparece sobre la superficie. Una: el coronavirus impactará muy fuerte, y para mal, en la economía extenuada argentina. Y dos: cuando el pánico amaine, los muchachos del soviet intentarán retomar su tarea de limar al Presidente, y perseguir a los principales dirigentes de la oposición, los fiscales y los jueces, el sector productivo y los medios y periodistas críticos. Pero no les será tan fácil. Ya los pusimos en evidencia, y él día que vuelva La Cornisa, dentro de muy poquito, serán denunciados con nombre y apellido.
Escuchá el audio completo de la opinión de Luis Majul presentada en CNN Radio Argentina: