(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) A Mauricio Macri se "le despertó el indio". Estalló, gritó y hasta lagrimeó, en el medio de agresiones y apoyos demasiado ruidosos, y un día y medio antes de la muerte de su controvertido e influyente padre, Franco Macri.

"No sabés lo que era el recinto. Vos lo viste por televisión, pero lo que viví ahí fue muy tenso. El nivel de ataque fue insoportable. No sé cómo aguanté", le contó el Presidente a un amigo que no pertenece al mundo de la política. Todavía está sorprendido por las repercusiones positivas que, le dicen sus asesores, recibió ante su decisión de salir a responder.

Sin embargo, al jefe de Estado, sábado por la noche, antes de que le informaran la muerte de su progenitor, todavía le duraba la bronca por lo ocurrido en el Congreso durante la apertura de las sesiones ordinarias. "Ojalá semejante ruido no haya tapado el contenido del discurso. Porque ahí está la explicación de las restricciones que tuvimos y que seguimos teniendo para crecer".

Sus principales asesores, al principio, temieron que la vehemencia de Macri pudiera jugarle en contra. Pero ahora lo anotaron como un activo, en el medio de tanta mala noticia.

"El indio" que "Mauricio lleva adentro" siempre es objeto de intenso debate entre Marcos Peña, Jaime Durán Barba y los expertos en campaña electoral. Desde hace muchos años, ellos trabajan para evitar que "el indio no se salga de madre", e impedir que se exprese en toda su dimensión. Necesitaban "al indio "atado y controlado, para que el jefe de Estado pudiera mostrarse como la contracara de la siempre crispada y gritona Cristina Fernández de Kirchner.

No había que "calentarse". No se debía responder. Tenía que mantener las formas. Mostrar, en todo momento, aún en las instancias de mayor tensión, que Cambiemos no es lo mismo que el kirchnerismo, La Cámpora, Hugo Moyano y su hijo Pablo, Guillermo Moreno, Luis Delía y Santiago Cúneo, y el resto del peronismo prepotente y agresivo.

En las encuestas de comparación con los animales que cada tanto Santiago Nieto, socio de Durán Barba, saca a relucir, Macri es un león y tanto Cristina como María Eugenia Vidal también son consideradas leonas. La diferencia es que a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires se la compara, mayoritariamente, con una leona que protege a su cría.

En cambio, en el caso de Macri y de la ex presidenta y actual senadora, los ven, alternativamente, como los leones que cuidan a sus cachorros pero también como los que ingresan a un lugar lleno de gente y provocan escenas de pánico y corridas desesperadas en cualquier dirección.

¿Abandonaron Macri y los estrategas electorales de Cambiemos el estilo zen para ingresar al modo campaña y detener la caída de la imagen y la intención de voto del jefe de Estado?; ¿escribió Durán Barba su agresiva columna del pasado domingo 27 de febrero en Perfil contra casi todo el peronismo porque quiere polarizar más a la opinión pública y ocultar así el desencanto y la decepción que muchos votantes que eligieron a Macri en 2015 y 2017?; ¿decidieron levantar todos un poco el tono de la voz y de sus críticas porque temen ser derrotados en las próximas elecciones?

Es probable que, después de semejante reacción, el comando electoral oficialista ausculte el impacto en la opinión pública y le sugiera a Macri que vuelva a su actitud de siempre. Medida y controlada. Educada y elegante.

Pero la verdad es que el auténtico Macri es el del viernes. El que habló de "ustedes y nosotros". El que desafió a todo el peronismo a apoyar el decreto de extinción de dominio y pidió a cada uno de sus dirigentes que diga y demuestre de qué lado está.

Un Presidente poco autocrítico, que no reconoce mala praxis en el manejo de la política económica de su gobierno sino que coloca casi toda la responsabilidad afuera. En la sequía, los capitales golondrina, la causa de ‘los Cuadernos de la corrupción K0.

El jefe de Estado de un gobierno con pocos "gladiadores" dispuestos a poner el pecho porque los encargados de la comunicación oficial les piden que se contengan. El candidato obediente que sale recién ahora a explicar, todo junto, a la atropellada, lo de las cloacas, el agua potable, la transparencia de las estadísticas oficiales, las licitaciones que le cuestan al Estado un 40 por ciento menos de lo que le costaba a la administración anterior; la agenda de los asuntos de género, la prescindencia del Gobierno sobre las decisiones de los jueces y hasta el considerable aumento del porcentaje de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que quizá, junto con el anticipo del incremento del salario mínimo vital y móvil, pueden servir para mover, aunque sea apenas un poco, los niveles de consumo popular

Un ministro muy cercano al jefe de Estado considera que, una vez más, el círculo rojo hace diagnósticos demasiados sesgados. Que Macri no es Ghandi ni tampoco un desaforado. Que si se mira toda la película y no la foto del momento se verá que tanto Macri, como Peña e incluso Durán Barba, suelen reaccionar de manera intempestiva cuando ya no les queda más remedio. O cuando la opinión pública demanda al Presidente que reaccione y no se deje intimidar. O cuando el contexto amerita presentar la batería de interpretaciones positivas y de buenas noticias en el momento exacto en que tienen posibilidades de ser
verdaderamente escuchados. O cuando suceden todas las cosas al mismo tiempo.

¿A quiénes les habló Macri el viernes pasado? No solo a su núcleo duro que ronda el 30% de los votantes. También a los desencantados que lo apoyaron montados en las falsas expectativas que él mismo vino generando desde que asumió. Por fin, el jefe de Estado, el viernes, se acordó de poner sobre la mesa, con todas las letras, algunas de las piezas de la bomba de tiempo que recibió del gobierno anterior. Un importante grupo consultores estima que lo hizo tarde y mal, y que por eso, sus posibilidades de ser reelecto cada vez se alejan más. En cambio, los hombres del equipo de campaña del Presidente consideran, que manejan el
"tempo" perfecto. Ni más ni menos que la intensidad y la oportunidad justas como para ganar, finito pero seguro, más allá del ruido de las redes y del tobogán de la opinión pública del día a día.