(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) El próximo miércoles será un día clave. Es porque la Cámara de senadores decidirá si sancionará la ley que viene de Diputados y que propone retrotraer los aumentos de tarifas a noviembre del año pasado o si quedará sin efecto esa propuesta de la oposición. Una propuesta impulsada por el denominado peronismo racional, el Frente para la Victoria y los partidos de izquierda, entre otros. Las alternativas, en realidad son tres. Una, el proyecto opositor, con un impacto fiscal de entre $ 65 mil millones y $ 150 mil millones, depende de quien lo calcule.

Otro, el de Cambiemos, con un impacto de entre $ 15 mil millones y $ 18 mil millones. Si éste se llegara a aprobar, el debate se debería reiniciar en Diputados. Una tercera opción sería que ninguno de los dos consigan los votos, lo que implicaría mantener el cuadro tarifario vigente. La tercera, sin lugar a dudas, es la que más feliz haría al Presidente Mauricio Macri.

En el Gobierno sostienen que nadie debería preocuparse por las consecuencias de la eventual aprobación del texto de la oposición. Que va de suyo que Macri lo vetará. "En realidad, si el proyecto de la oposición se aprueba, el mundo volverá a comprobar que la verdadera jefa de la oposición es Cristina Fernández. Y volverá a percibir que la alternativa para la Argentina, es el populismo. O el camino a lo que hoy es Venezuela, para ponerlo en términos más claros y sencillos", me dijo un ministro de trato frecuente con el jefe de Estado.

El ministro afirma que aprobar el texto de la oposición es borrar con el codo el apoyo el Presupuesto Nacional que se firmó hace tan solo cinco meses. Pero senadores como Miguel Pichetto, quien hasta hace poco era visto por el Gobierno como uno de los garantes de la gobernabilidad, sostienen que la culpa no es del peronismo, sino de los dirigentes de Cambiemos. Los mismos que, según él, abrieron la caja de Pandora para discutir la política tarifaria. "Si (Lilita) Carrió y (Alfredo) Cornejo fueron los primeros en decirle al Presidente que los tarifazos eran malos para la base electoral de Cambiemos y las pequeñas y medianas empresas ¿Por qué nosotros deberíamos ser más oficialistas que el oficialismo o más papistas que el Papa?", se preguntaron cerca de Pichetto.

Aunque el jefe de Estado hizo algo de autocrítica el miércoles 16 de mayo pasado, le sigue reprochando a los aliados de Cambiemos por su falta de timing para bombardear el rumbo desde adentro. Macri no deja de reconocer que pecó de demasiado optimista apenas asumió. También acepta que poner como objetivo principal la abrupta baja del déficit no enamora a nadie. Pero continúa repitiendo que, más allá de la empatía que debe volver a generar con los votantes desencantados, es este rumbo, el superajuste o la hiperinflación.

Pichetto había dado al oficialismo una especie de ultimátum. Le pidió que presentara un proyecto alternativo o se sometiera al resultado de una votación adversa. El plazo expiró. Sin embargo, hacia el fin de la semana pasada, el jefe del bloque de senadores de Pro, Humberto Schiavone, abrió la puerta de una negociación con los gobernadores peronistas de Salta, Juan Manuel Urtubey; y de Córdoba, Juan Schiaretti, para imponer una reducción gradual del IVA en el importe de las facturas. Impactaría en la recaudación, como se dijo, en un monto que se calcula entre $ 15 mil millones y 18 mil millones.

Todos cuentan los porotos. Pero en el Gobierno ya empezaron a desplegar el argumento político más intenso, por si el proyecto de la oposición se termina aprobando. Es el que dice que el peronismo es incurable. Que se pone diversas máscaras para acumular votos y volver al poder y que detrás del discurso aparentemente prudente de Sergio Massa y el Peronismo Federal, se esconde un pacto entre el ex intendente de Tigre y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Massa, por supuesto lo niega. Dice que se trata del discurso típico de un gobierno confundido después de la tormenta. "No salimos a hablar, para no complicar más al Gobierno en medio de este desbarajuste, pero no nos pueden pedir que dejemos de plantear fórmulas alternativas", explicaron cerca del líder de 1 País. ¿Y qué hará la senadora nacional Cristina Fernández? Hablará con el tono de una Presidenta, con la necesidad propia de quien cree y dice que ella hizo todo bien, y que este gobierno va a terminar haciendo explotar la Argentina. La grieta, otra vez al rojo vivo. Algo que para el Gobierno es conveniente en clave electoral. Pero para la gestión y para los ojos del mundo que mira a la Argentina atrasa por lo menos una década.