(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Mañana, martes, a las cinco y media de la tarde, el presidente Mauricio Macri recibirá, en la Quinta de Olivos, a solas, a Margarita Stolbizer. No será un encuentro más. La diputada nacional le entregará en mano y dedicado, el primer ejemplar de su libro Yo acuso, la investigación más completa y exhaustiva sobre las causas de corrupción que involucran a la ex presidenta Cristina Fernández y que ella misma impulsó.
El texto, de una calidad y una precisión inusitadas, estará en las librerías de la ciudad de Buenos Aires el próximo jueves primero se septiembre. Y el mismo día, a la tarde, Stolbizer presentará su Yo acuso con la eventual presencia de la mayoría de las figuras más importantes de la política argentina. La gobernadora María Eugenia Vidal, el diputado nacional Sergio Massa, la legisladora de la Ciudad Graciela Ocaña, el gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lisfchitz y de Salta, Juan Manuel Urtubey, le prometieron que harían todo lo posible para estar en el Palacio San Miguel. Solo problemas de agenda de último momento privaría a cualquiera de ellos de esa foto tan potente.
El jefe de Estado le mandó a decir a Margarita que él con gusto habría aceptado concurrir a la presentación. De hecho, había decidido hacerlo hasta que se dio cuenta que estaría en vuelo o llegando, en viaje oficial, por la República Popular China. Pero Macri le recibirá antes de la presentación en Olivos porque comparte la señal que quiere dar la diputada del GEN a favor de la honestidad y la transparencia. Porque considera necesario, como ella, trabajar en un gran acuerdo contra la corrupción que incluya presupuestos básicos. Margarita es una persona sencilla y austera, que habla en voz baja y tiene muy buenos modales. Pero fue implacable, a la hora de investigar y denunciar a Cristina Fernández y una decena de ex funcionarios de su gobierno.
De hecho, dos de sus denuncias, Hotesur y Los Sauces, son las que más avanzadas se encuentran, en los juzgados de Julian Ercolini y Claudio Bonadio. Cristina, al iniciarle una demanda por daños, y designar a uno de los abogados más desprestigiados de la matrícula para representarla, puso de manifiesto dos debilidades. Una: que Margarita le pegó donde más duele. Y dos: que está desesperada por evitar la condena judicial y su probable y consecuente pérdida de libertad. Inspirado en el libro J acusse, de Emile Zola, Margarita lo redactó de su propio puño y letra, con la colaboración de su asesora, Silvina Martínez, y con el mismo espíritu con el que el escritor encaró su valiente defensa del capitán francés de origen judío Alfred Dreyfuss, condenado por espía en un trámite irregular y contaminado de antisemitismo. Igual que J acusse de Zola, el Yo acuso de Stolbizer se propone denunciar a un sistema judicial que durante años garantizó la impunidad de los gobiernos de turno. Sin embargo, el trabajo tiene una aspiración más módica pero al mismo tiempo más ejemplar: lograr que Cristina Fernández sea tratada igual que cualquier argentino que viola la ley. En el prólogo, Stolbizer no solo deja en claro porqué se le convirtió en una necesidad imperiosa escribir su primer libro.
Además recuerda, con lujo de detalles, cómo fue que la conoció a Cristina, y el enorme contraste existente entre una legisladora que elige su ropa en las tiendas de Morón, y la estridencia gestual con la que irrumpía la viuda de Néstor Kirchner en las reuniones de la Comisión de Lavado, integrada también por Graciela Ocaña, Daniel Scioli y Elisa Carrió. A Stolbizer nunca dejó de sorprenderle no solo el vestuario monocromático de Cristina, sino sus joyas y el hecho de que tomara agua Evian y que siempre ingresara acompañada, por lo menos, de un par de asistentes. Que ahora la ex presidenta pretenda sacarle dinero a través de un juicio le resulta por lo menos, inconsistente.
A lo largo de cada uno de los capítulos, titulados, La sospecha, Modelo de Negocios, El socio, Lázaro es Kirchner, Será Injusticia, El Estado soy yo, La dueña, Máximo el heredero y La Banda y Las Pruebas, entre otros, Margarita va relevando la oscura trama de los negocios que primero manejó Néstor y luego quisieron potenciar y mantener Cristina y sus hijos. La conversación que la diputada mantiene en uno de los capítulos con Hugo Alconada Mon y Nicolás Wiñazki, dos de los periodistas de investigación más reconocidos del país, es otro de los capítulos imperdibles de su obra.
El Quien es Quien y el epílogo son bloques necesarios para comprender más cabalmente en manos de quiénes estuvo el país entre 2003 y 2015 inclusive. Stolbizer no quiso que nadie escribiera por ella y por eso trabajó en la corrección de las galeras hasta horas antes de la mediación con Cristina Fernández, para llegar a tiempo con el original y que Yo acuso estuviera en las librerías el primer día del mes de la primavera.
Está tan contenta con el resultado de su trabajo que le dejó las manos libres al equipo de prensa y comunicación para invitar, incluso, a la jefa de la Coalición Cívica, con quien hace tiempo se encuentran distanciadas. Tanto Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, con Vidal a la cabeza y Jorge Macri detrás como el Frente Renovador de Massa pretenden seducir a Stolbizer para las elecciones legislativas del año que viene, pero ella prefiera hablar de acuerdos programáticos antes que de alianzas apuradas. El durísimo enfrentamiento con Cristina le está haciendo cada vez más resistente.
Los miembros de su familia directa son su principal sostén. Ellos ya le prometieron que le aguantarían los trapos en caso de que, además de patearle el auto, presionarla con falsas denuncias y amenazas de juicios, los guardianes de Cristina se propusieran hacerle la vida cotidiana imposible. Los operadores de la ex presidenta que confundieron buenos modales o timidez con debilidad ya saben que no se deben confiar en la apariencias. Margarita, cuando empezó a trabajar en el proyecto, no tenía demasiadas pretensiones. Pero las circunstancias políticas podrían transformar a su trabajo en el nuevo Nunca más de la corrupción, algo que la mayoría de la sociedad viene reclamando desde hace rato. Y el rol de Cristina, por supuesto, no sería el de la heroína, sino el de la villana.