El gobierno y el peronismo, en general, tienen un serio problema de percepción. Ayer lo confirmó el presidente, Alberto Fernández, en la entrevista que le concedió a C5N. Confunden las marchas y los banderazos con operaciones de la oposición para “exacerbar el odio”. Amplifican hasta transformarlo en el eje de la cuestión el hecho de que Clarín haya publicado, como punto de encuentro de las manifestaciones, la esquina de la casa de Cristina Fernández. Se autoperciben, a sí mismos, como un todo, el pueblo, lo nacional y popular, sin tener en cuenta que, hasta el año pasado, había un 41 por ciento de argentinos que no los habían votado.

Señalan con el dedo a los ajenos, los profetas del odio, al mismo tiempo que se mantienen en silencio cuando Dady Brieva, uno de los payasos más populares del cristinismo, confiesa unas ganas locas de subirse a un camión para atropellar a los manifestantes que llegaron hasta el obelisco. Todos machos alfa y prepotentes, mitad guapos mitad víctimas, amenazan con organizar, el próximo 17 de octubre, una manifestación popular superior a todos los banderazos. Ayer al mediodía, mientras almorzaban, Hugo Moyano le propuso al presidente encabezar un acto en la calle, en la 9 de julio. Sin embargo, Fernández, con buen criterio, le pidió que no hiciera nada que requiera la presencia física de miles de personas.

En el reportaje con C5N el jefe de Estado asumió el papel que mejor le sale: criticar a Macri como si el expresidente fuera el gobierno y él fuese el líder de la oposición. En el medio, susurró que el paquete de medidas para contener el precio del dólar todavía no estaba dando el resultado que esperaba. Menos mal que se dio cuenta. A veces parece que dice y hace cosas alejadas de la realidad que da un poco de miedito. A propósito: hoy se va a conocer el nuevo índice de inflación. Se ubicaría cerca de los 3 puntos, Sería el más alto desde que la nueva administración asumió.

Columnna de Luis Majul en CNN Radio