Si la reforma judicial que impulsa Cristina Fernández se aprueba, también dará comienzo una curiosa forma de impartir justicia: armando causas con pruebas inexistentes por parte de fiscales y jueces ideologizados. Es decir: funcionarios judiciales capaces de pasar por encima de la ley con tal de complacer a sus amos políticos, que siempre los tendrán bajo amenaza de destitución.

Con abogados caros e inescrupulosos como el que hoy defiende a la propia Cristina y a Cristóbal López, llamado Alberto Carlos Beraldi, un letrado que no duda en mentir con tal de lograr la impunidad de su clienta. (Lo sé no por boca de ganso, sino porque participó, junto a su colega Daniel Llermanos y otros, de una maniobra para intentar involucrarme en un supuesto delito, a sabiendas de que se trataba de una falsedad, algo que probaremos el domingo que viene en La Cornisa).

Con personajes como Hugo y Pablo Moyano tratando de llegar a los nuevos jueces subrogantes y sus fiscales amigos para evitar que los condenen por múltiples delitos que hoy se le imputan en distintos tribunales de todo el país: fraude, extorsión, lavado de dinero, enriquecimiento indebido participes o jefes de una asociación ilícita. Eso es algo que está pasando hoy en algunos deapachos de la justicia penal de la provincia de Buenos Aires, y cuyo límite para evitarlo es la información que aportamos unos pocos. Con tribunales orales y públicos infectados de jueces que se abstengan de investigar los graves casos de corrupción que involucran, primero, a la vicepresidenta, y luego, a decenas de exfuncionarios kirchneristas.

Desde Julio de Vido, José López y Ricardo Jaime, hasta Roberto Baratta, el valijero de los cuadernos de la corrupción. Si la reforma judicial se aprueba, no solo armarán causas de dudosa prueba contra funcionarios del gobierno anterior, para seguir instalando la idea de que todos los políticos son iguales. Además trataran de perseguir y si pueden, meter presos a los fiscales, jueces y periodistas que informamos sobre los casos de corrupción que quieren hacer desaparecer con esta reforma delirante.

Como se dice en esas relaciones de amigos o parejas donde uno de los dos intenta advertir sobre las consecuencias de los actos del otro, después no digas que no te avisé. Y eso también va para los diputados que hoy la van a apoyar creyendo que los pueden beneficiar de manera personal, incluido Sergio Massa: porque mañana o pasado, también irán por ellos.

columna de Luis Majul en CNN radio