Tenemos que hablar de la ola de calor. Pero no como se habla del fenómeno en los medios, en las calles, en las redes, en el ascensor o en el mercado. Todos en todas partes aseveran que no recuerdan en toda su vida un verano tan seco, tan caluroso y con tantos días de calor extremo. Y una y otra vez miran el pronóstico para obtener la respuesta tan esperada: ¿para cuándo el alivio?

Eso es lo que se suele escuchar frente a las altas temperaturas en las charlas cotidianas. Pero hay que hablar de otra manera sobre la ola de calor. Porque hay que preguntar, analizar y reclamar sobre lo que se viene y sobre lo que se puede hacer para reducir los daños. Porque claramente el aumento de la temperatura generará perjuicios de todo tipo. Aquí y en todos los países del mundo.

Sin embargo, cada país por sus características y geografía, tiene una responsabilidad diferente y necesita estrategias distintas para afrontar la situación. En muchos países europeos la conciencia frente al cambio climático ha generado demandas de la sociedad y los dirigentes han actuado en consecuencia. ¿Y qué pasa en Argentina? ¿Hay conciencia real frente a los efectos del calentamiento? ¿Hay demandas de acción y de nuevas estrategias? ¿La intensa ola de calor, la sequía, las millonarias pérdidas en el sector agrícola, los incendios forestales, la falta de agua en los ríos, la muerte de ganado y especies, han activado la conciencia y la demanda de la población? ¿O aún los reclamos solo surgen de los expertos y activistas?

En nuestro país, y frente al calentamiento global, hay dos palabras claves: bosques y humedales. Los bosques y los espejos de agua son dos factores claves para regular la temperatura. Pero desde hace mucho tiempo, en el país se desmontan los bosques y no se preservan los humedales. 

Una proyecto que no se aprueba y una ley que no se cumple

La ley de humedales no logró aprobarse en el 2022 y sigue en espera. El proyecto promueve la conservación, el uso racional y sostenible de los humedales y establece el ordenamiento territorial y un inventario de ecosistemas húmedos en todo el país. Tiene como objetivo regular la actividad de emprendimientos en humedales y exigir garantías de preservación con evaluaciones de impacto ambiental.

En el país un 21 por ciento de la superficie tiene humedales. Son aproximadamente 600 mil kiómetros cuadrados. Y hoy más que nunca son de la mayor  importancia, ya que ayudan a disminuir la temperatura y conservar la salud de la naturaleza.

Cabe recordar que los humedales son grandes reservorios de agua dulce y amortiguan los impactos de las lluvias. Y a su vez son destacados sumideros  de carbono. En el mundo crece la valoración de los humedales, incluso en las grandes ciudades. En muchas grandes urbes del mundo han destapado arroyos y ríos que estaban intubados para mejorar la temperatura y el medio ambiente del lugar.

Los humedales de CABA

¿Es posible pensar algo así para Buenos Aires? Porque recordemos que la mayor ciudad del país está sobre terrenos pantanosos, y posee muchos arroyos que no se ven, pero que están allí abajo. Además está la reserva ecológica de la Costanera Sur que es el gran humedal metropolitano. 

"En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, desde su fundación a la vera de las costas del Río de la Plata, fue progresivamente entubando sus arroyos (Vega, Maldonado, Medrano, Cildáñez, Riachuelo y demás arroyos menores) y sepultando de esta manera sus valles, que no eran otra cosa que paisajes de humedal", sostenían Patricia Kandus y Pablo Macagno hace algún tiempo.

¿La ciudad de Buenos Aires pueda plantear estrategias para recuperar sus arroyos a cielo abierto? ¿Podría repercutir en un mejoramiento del medio ambiente,
en la reducción de la temperatura y en el crecimiento de la calidad de vida?

Bosques sí, desmontes no

La otra normativa importante con relación al cambio climático en Argentina es la ley de bosques, que fue aprobada en el año 2007; y que aunque es una ley vigente, posee innumerables incumplimientos. 

El nombre de la norma es Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, y establece una clasificación de categorías de conservación de los bosques nativos: la categoría roja corresponde a sectores de “muy alto valor de conservación” que no deben transformarse. También está la categoría amarilla para los de “mediano valor de conservación”, y que pueden estar degradados pero que a juicio de la autoridad de aplicación jurisdiccional
pueden tener un valor alto de conservación.

Aunque la ley es clara y contundente con relación a la preservación, según una nota del sitio Chequeado, en 2021 se perdieron más de 200 mil hectáreas y en 2020 fueron más de 300 mil.

Tal como indican las Naciones Unidas, "los bosques ayudan de manera decisiva a abordar los impactos del cambio climático no solo absorbiendo los gases de
efecto invernadero, sino también creando paisajes que regulan el flujo del agua, mejorando y manteniendo el suelo para la agricultura, y protegiendo tanto las comunidades costeras contra los fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar como los corredores migratorios para la flora y la fauna".

En síntesis, basta de hablar del calor y del pronóstico del tiempo. Hay cosas más importantes para hacer, mientras nos abanicamos o averiguamos el precio de un nuevo aire acondicionado. Participar, opinar y también reclamar que se apruebe la ley de humedales y que se cumpla la ley de bosques.

Escrito por Sebastián Di Domenica