El término "uberizado" se generalizó en Argentina y el mundo y es la palabra que intenta describir a aquellos trabajadores, que realizan los servicios que ofrecen las empresas tecnológicas o aplicaciones tipo Uber o de delivery. Fue justamente la aplicación Uber una de las primeras que se hizo famosa a nivel mundial, y que llevó a miles de particulares a transformar su auto en una opción de movilidad, a través y según las pautas impuestas por esa aplicación.

Por eso el término de manera rápida se impuso y se generalizó para reflejar a los cada vez más numerosos trabajadores que se desempeñan en la llamada economía de plataformas, con una insostenible independencia y ninguno de los derechos laborales.

Conforman un sector muy amplio y diverso. Por ejemplo son también los repartidores de las aplicaciones que son cada vez más visibles en todas las ciudades. Así ocurre en Buenos Aires: se los ve en las esquinas, en los restaurantes a la espera de un pedido, en las calles, en las puertas de los edificios, o en tantos otros lugares.

Van en bicicleta o en moto. En general son jóvenes pero también hay personas maduras. Algunos son extranjeros, pero la mayoría son argentinos y argentinas que buscan una forma de generar ingresos. Integran sectores más o menos vulnerables que tienen dificultades para acceder a un empleo formal o a uno que le ofrezca un salario aceptable.

Durante la pandemia fueron los uberizados uno de los pocos grupos que recorrían las calles desiertas, pese al riesgo del contagio de un virus desconocido. Los deliverys en sus motos o bicicletas repartían comida, remedios o bienes de primera necesidad en ciudades llenas pero vacías. De la misma manera los autos de las apps se movían por las calles cuando existían restricciones para movilizarse.

Delante del volante o arriba de sus bicicletas, se movían y se arriesgaban para brindar un servicio, sin ninguna protección o garantía personal.

Fueron los taxistas los que se movilizaron primero, en años anteriores previos a la pandemia. Remarcaban que esos autos no tenían permiso, que no tenían controles, y que planteaban una competencia ilegal (cabe mencionar aquí a los UBER files y a las acciones de lobby realizadas). Pero la tendencia siguió y creció. Y hoy hay cada vez menos taxis y la alternativa planteada por las apps de movilidad suelen ser más caras que las que ofrecen los taxis tradicionales.

Así como los taxistas advirtieron primero sobre el peligro del avance de estas propuestas en la trama del transporte urbano. Hoy es una realidad extendida la multiplicación de trabajos como el de las apps de delivery que no cumplen con los derechos laborales o muchas regulaciones administrativas. Y aunque los gobiernos de muchos países prefieren no endurecerse con relación a esas empresas, por miedo a que los índices de desempleo de disparen, otros se han puesto firmes y actúan en consecuencia.

Deliverys en Argentina y el mundo

En España ganaron los deliverys: en España finalmente los deliverys tienen una ley (riders), que obliga a las empresas a contratarlos. Primero muchos repartidores expresaron su descontento porque supuestamente preferían mantener su mal entendida independencia. Pero con el paso de los meses las protestas se convirtieron en acuerdos, ya que en su gran mayoría los deliverys comprobaron que las nuevas condiciones eran muy superiores a las anteriores, y que éstas mejoraron su calidad de vida. En la ley se exige un máximo de 8 horas de trabajo diario (antes muchos trabajaban hasta 11 o 12). Y a su vez tienen que estar contratados, con las formalidades que exige la ley.

Chile también tendrá su ley en septiembre de este año: entre otras cosas la nueva norma permite que conformen sindicatos, regula que las empresas deben pagar seguros y artículos de protección y a su vez que los trabajadores puedan elegir si ser independientes o contratados.

En Argentina hay muchos proyectos legislativos en el Congreso Nacional para regular la actividad de repartidores, pero aún están en etapa inicial. Al margen de eso sí existen fallos a favor de las condiciones laborales de los trabajadores de plataformas y discutibles normativas locales.

En la Ciudad de Buenos Aires en 2020 se promulgó una criticada ley para deliverys, que no responde a las necesidades de los trabajadores de plataformas. Por el contrario describe a las empresas solo como intermediarias de oferta y demanda y las exime de las obligaciones que impone la ley laboral.

En tanto en la provincia de Buenos Aires la Justicia actuó en el sentido contrario: el Tribunal del Trabajo Número 1 bonaerense falló a favor del ministerio de Trabajo de la provincia y ratificó la multa de 18 millones de pesos contra la empresa propietaria de Pedidos Ya. La dependencia pública le había impuesto la misma por la situación irregular laboral (violación a la ley de contrato laboral) de 71 repartidores.

Comisión Europea sobre la falsa independencia: en el marco de la aprobación de la mencionada ley española, y en el contexto del mercado europeo, se determinó que los trabajadores de plataformas (como los repartidores) no son realmente independientes como sostienen las empresas. Aunque muchos de estos trabajadores dicen preferir la independencia por los horarios libres, los expertos remarcan que no lo son. En primer lugar porque los algoritmos los incentivan a trabajar en algunos horarios determinados. Y además porque no eligen precio de servicio, están expuestos a condiciones muy estrictas que deben cumplir y a calificaciones que los condicionan. Estos puntos hacen absolutamente inaceptable esa supuesta independencia.

Repartidores en peligro: tal como indican los relevamientos de todos los países de América Latina, los repartidores están muy expuestos a los accidentes de tránsito y a los hechos de inseguridad. En países como Colombia o México se cuentan por decenas los deliverys muertos anualmente por siniestros viales o actos delictivos. Según denuncian los repartidores agrupados de México DF, la mochila que cargan puede hacerlos foco de delitos, ya que se entiende que llevan un buen celular o la plata de los pagos.

Los datos son contundentes. Y las conclusiones ineludibles. Al igual que en el resto del mundo, Argentina necesita una ley del Congreso Nacional para los repartidores y para todos los trabajadores uberizados de las plataformas. Ya es hora.

Por Sebastián Di Domenica