Ya está disponible en Netflix (subtitulada en español de manera incompleta) la serie "Servidor del pueblo". Son tres las temporadas (2017-2019) de la comedia de la televisión ucraniana que tiene como protagonista a Volodimir Zelensky, el actual presidente ucraniano, y quien desde el inicio de la invasión rusa a ese país se ha convertido en una figura de relevancia en la política internacional.

Zelensky es un humorista de 44 años que llegó a la presidencia de manera inesperada y con mensajes cercanos a la antipolítica: "Soy un tipo normal que viene a romper el sistema", dijo alguna vez en su camino ultraveloz hacia la primera magistratura. En su campaña y en su propuesta decía encabezar una declarada lucha contra la corrupción y contra los ineficientes manejos de la política económica de su país.

"Servidor del pueblo", de alguna manera y en parte, refleja una historia similar a la que en efecto protagonizó Zelensky al finalizar la tercera temporada de la serie.

En el primer capítulo de la producción televisiva se presenta la historia de un profesor de historia de secundario, divorciado y que vive con su padre taxista y su madre enfermera, y que en el cierre de una clase, ante las críticas de un directivo escolar, explota de bronca con insultos hacia el sistema y hacia las autoridades. Sin darse cuenta es grabado en video por uno de los alumnos, imágenes  que luego se viralizan y lanzan al profesor hacia la fama y la presidencia.

La principal diferencia entre una y otra historia tal vez sea la televisión. El profesor de la serie llegaba a ser presidente solo por el impacto de los videos y las redes. Pero Zelensky llegó al poder por el inmenso impacto que aún tiene la TV en la sociedad, y en especial la ficción (o las creaciones de la no ficción). 

En diferentes fragmentos de ese primer capítulo, un grupo de supuestos señores todopoderosos, a los que nunca se les ve la cara, charlan sobre candidatos a presidentes que representan a uno u otro poder (incluido el Kremlin). De alguna manera reflejan a los llamados "dueños de un país", o a los factores de poder que digitan las políticas, por encima de las autoridades elegidas por la comunidad. Pero cuando el profesor es elegido presidente, en otro fragmento del capítulo, esos mismos señores descubren con temor, que no respondía a ninguno de ellos. Una idealización ingenua sobre la posibilidad de una política inmaculada, libre de presiones de los poderes, aspectos inseparables de la gestión pública.

La serie como producto de ficción es de gran calidad. Las escenas que exponen la vida de la gente de Ucrania se mezclan con otras de gran despliegue para representar las vivencias y movimientos de un presidente en ejercicio. Las cámaras presentan una ciudad de Kiev desde sus calles pero también desde las alturas, y logran así exponer la belleza de los magníficos edificios de esa capital. El argumento, por lo menos de los primeros capitulos, es atrapante y los textos son entretenidos. La estética, el estilo, un humor de toques costumbristas y algunas exageraciones hacen recordar en cierta medida a películas italianas de los últimos años.

¿El triunfo de Zelensky en las urnas refleja el aún inmenso poder de la televisión? El pensador canadiense Marshall McLuhan (1911-1980) se hizo mundialmente famoso por una frase: "el medio es el mensaje". La afirmación se refería en primer lugar a la televisión; y buscaba señalar que la forma en que se adquiere la información es capaz de afectar más que la información en sí misma. Es decir, no importa lo que se diga, solo tendrá influencia el cómo y en qué medio se diga.

Marshall McLuhan ejemplificaba su teoría desde el impacto de la televisión en los niños: "no se debe tanto a su contenido como a la forma en que lo transmite. A los puntos de luz proyectada hacia el televidente, la carencia de detalle, a su movimiento y sonido, que crean una atmósfera envolvente y una experiencia táctil además de visual”, sostenía.

También en EEUU y Argentina

Zelensky no es el único presidente que llegó a la presidencia gracias al poder de la televisión. Donald Trump es considerado por muchos también un producto político de la pantalla chica. Y no específicamente por sus apariciones como empresario o como millonario de los bienes raíces. Trump tuvo su gran oportunidad en la TV con el exitoso reality "El aprendiz", y hay coincidencia en señalar que ese programa lo lanzó como potencial candidato.

Allí construyó un personaje y su frase célebre fue: “You're fired!” (Estás despedido). Se la decía a cada uno de los participantes que quedaban fuera de juego en la competencia por el premio mayor: un año de aprendizaje en una de las empresas de Trump, con un salario de 250.000 dólares anuales.

Hoy la Argentina tiene una figura política que de manera clara surgió y creció al calor de los reflectores de los estudios de TV: Javier Milei. Lo reconoció él mismo hace algunos días entrevistado por Alejandro Fantino, cuando aceptó en la charla que gracias a Mauro Viale, que lo llevaba a su programa cuando nadie lo invitaba, logró ganar notoriedad y hacerse famoso. Con sus peinados raros y sus críticas a los gritos hacia los políticos, en un par de años impuso un personaje y un estilo. Y sus excentricidades se conviertieron en una marca, más allá del mensaje que exponía.

Cuando Mirtha Legrand en sus clásicos almuerzos en el año 2019 le preguntó a Milei si usaba peluca, sin duda selló al personaje que ganaba territorio por encima de sus ideas reales.

Hoy el economista del pelo desprolijo es diputado nacional y capta cada vez más espacio en los medios de comunicación. Pero repite un mensaje repetido hasta el cansancio: necesidad de ajustes, de reducción del estado y de libertad empresarial. Suma la crítica feroz a la llamada "casta política", que lo pone en sintonía con mucha gente desilusionada con los dirigentes. Incluso reivindica las políticas económicas aplicadas en Argentina en los 90, que ya demostraron no ser efectivas, y que por el contrario, aumentaron la pobreza, el desempleo y el retroceso productivo. Sin embargo, tal como lo señalaba McLuhan, la atmósfera envolvente de un personaje en la televisión, es capaz de influir más que la información que expresa.

El mundo que mira

Zelensky ganó popularidad a nivel mundial por ser la cabeza visible de un país invadido por una potencia nuclear como Rusia. Sin embargo están quienes marcan algunos posibles errores de parte del presidente ucraniano en el contexto de la guerra. Fue Inacio "Lula" Da Silva quien afirmó que el ex actor debería haber negociado más en el escenario previo a la contienda bélica, e incluso lo igualó en responsabilidad con el presidente ruso, Vladimir Putin. Declaraciones que fueron muy criticadas por quitar de foco la poderosa invasión militar de la que fue víctima Ucrania, y que se convirtió en una verdadera masacre de ciudadanos civiles ucranianos.

En contraposición a la mirada de Lula, muchos intelectuales de Europa consideran que la guerra entre Rusia y Ucrania representa un enfrentamiento aún mucho mayor que incide en toda Europa y el mundo: el del fascismo contra la democracia. El escritor español Javier Cercas es uno de ellos y en una entrevista reciente afirmaba que Putin de un lado, y Zelensky del otro, son parte de "una guerra entre el nacional-populismo y la democracia, y que nos involucra a todos".

La historia de éste conflicto, que aún no terminó, dirá si Zelensky estuvo o no a la altura de las circunstancias. Por ahora solo podemos ver en las noticias sus pasos como presidente de un país invadido, y a su vez en la plataforma de streaming, la serie de ficción que lo llevó al lugar que hoy ocupa como referente de su país, y como pieza clave del tablero global.

La serie de Zelensky, que llegó a las pantallas de Netflix luego de iniciada la guerra, es un ejemplo de la influencia que puede tener hoy la televisión en la instalación de candidatos con fuerza de personajes de películas. Y los resultados pueden impactar hacia adentro de los países pero también en el contexto mundial.

La TV hoy está fortalecida por las redes sociales, las plataformas y los contenidos a demanda en pantallas de cualquier dispositivo. Y por eso hoy más que nunca, como decía McLuhan, las formas de la emisión le pueden ganar a los datos de la información.

Por Sebastián Di Domenica