Pasaron 30 años de su estreno. Toda una vida. Demi Moore, ya peina canas –se las tiñe, claro-. Y Patrick Swayze, está allá en el cielo tocando el arpa con ojos aún irresistiblemente marinos. Pero “Ghost, la sombra del amor”, sigue trayendo un eco irresistible. Pues no sólo fue una de las películas más vistas en los ’90, fue, tal vez, la primera en abordar asuntos metafísicos resistidos por Hollywood como la vida y la muerte. 

Ghost es la historia de una pareja enamoradísima, un crimen, y un alma en pena que busca entender qué le sucedió y cuidar a su amor perdido, del otro lado del espejo. 

Todo lo que uno leyó sobre el viaje del alma que deja el cuerpo, está plasmado en Ghost con claridad y, cosa rara, respeto. La película es un reloj suizo, con múltiples tramas en paralelo: funciona como romance irrepetible –la escena de amor de Demi y Patrick en pleno trabajo de orfebrería sigue igual de conmovedora-, funciona como un policial –el crimen, la motivación económica, la traición-, pero sobre todo, está impregnada de aires del más allá. 

“Tengo una película que quiero que veas, venite a casa”, me dijo mi queridísima tía Elsa, que era medio bruja y gustaba de lo paranormal –fue mi iniciadora en estos temas-. Y con ella vimos “Ghost” –mi tía se había comprado el VHS original, de tanto que le había hechizado la peli-. “Ves, esa es la luz divina”. “Ves, esas son las sombras que vienen cuando muere la gente jodida”. “Ves, esas son las almas en pena que deambulan sin rumbo en el mundo de los vivos”. Mi tía Elsa iba mechando comentarios esotéricos, en cada escena. 

Yo tendría 14 años. Volví a ver Ghost muchas veces. Y luego, ya de grande, decidí compartirla con uno de mis hijos. “Me encantó”, me dijo, shockeado. “Se veía todo tan real”. 

Entre tanta película pochoclera de subidones, bajones y olvidos, Ghost inocula un mensaje que queda para toda la vida. De este lado del mundo, cuando uno muere, parece que las cosas terminan. Pero del otro lado, el viaje recién empieza. El gran Patrick Swayze ya sabe en carne propia de qué estamos hablando.