Parece que las rivalidades musicales –la mayoría inventada como, el supuesto duelo de bandas entre Soda Stereo y Los Redondos -, algunas, en verdad, son más ciertas que otras. Si no, cómo entender que, a tantos años de su despegue y estrellato, los Rolling Stones y los Beatles sigan disputándose como niños por ver quién es la mejor banda de todos los tiempos. Pasados cincuenta años, los muchachos siguen dándose con todo.

El que volvió a acercar echar fuego a la pólvora fue Paul Mc Cartney en una entrevista radial con el popular Howard Stern: “Empezamos a darnos cuenta de que cualquier cosa que hiciéramos, los Stones de algún modo lo hacían más tarde”, dijo McCartney. “Fuimos a Estados Unidos y tuvimos un éxito enorme. Entonces los Stones fueron a Estados Unidos. Hicimos Sgt. Pepper, los Stones hicieron un disco psicodélico. Hay mucho de eso”.

Para Paul, los Beatles siempre fueron un paso por delante, abriendo camino. Pero ni lerdo ni perezoso, Mick Jagger, quien se sobrepuso a una operación de corazón –a los pocos días, grababa videos bailando para que vieran lo bien que estaba-, le salió al cruce. Justo los Stones estrenaban tema nuevo, con título a tono con tiempos del covid: “Viviendo en un pueblo fantasma”. “La gran diferencia, y no es menor, es que los Rolling Stones es una gran banda de concierto”, comparó Mick, el eterno, “Cuando los Beatles nunca hicieron una gira de estadios, un Madison Square Garden con un sonido decente. Ellos se separaron antes de que ese negocio comenzara, el negocio real de las giras”.

Para Jagger los pingos se ven en la arena, y la arena, para él, no son los discos, son los conciertos. La puesta a punto donde el público realmente ve a ciencia cierta si las bandas tienen o no espalda artística. “Esa industria (de los grandes recitales) comenzó en 1969 y los Beatles nunca la experimentaron”, contó Mick. “Esa es la verdadera gran diferencia entre estas dos bandas. Una es increíblemente afortunada de seguir tocando en estadios, y la otra no existe.” Duro, el hombre.

Para McCartney, en cambio, el sello que convierte a una banda en un clásico, son sus raíces. Por decir así, su nutrición artística. Y cuanto más variada, según Paul, más meritoria el esfuerzo del grupo. ““Los Stones están ligados al blues. Cuando escriben sus cosas tienen que ver con el blues. Nosotros tuvimos más influencias”, retomó McCartney.

River vs Boca. John y Ringo vs Mick y Keith. Una banda que sigue activa y potente. O una leyenda que con influencia perenne pero con mitad de sus miembros tocando el arpa.

No hay caso: el hombre, en su esencia, es un ser competitivo. Cuanto más arriba, más muestra uñas y dientes.

Estamos convencidos de que, esa misma competencia, es la que los hizo ser cada día mejores. Tal vez, sin Rolling Stones los Beatles no hubiesen sido tan sublimes. Y sin Beatles, los Rolling no se hubiesen limpiado de vicios para meterse en un estudio y sacar discos irrepetibles. Larga vida a los duelos que, como la caja y el fósforo, se necesitan unos a otros para encender la llama que, a pesar del tiempo, sigue y seguirá brillando.