Nunca un músico tuvo un mal entendido tan grande con el público argentino como Bruce Springsteen. Lleva tanto tiempo el malentendido que mucha gente ya lo da por hecho. El asunto es así: en 1984, Bruce editó un disco hitero –el más hitero de su carrera- que incluía su canción con más rebote globalizado: Born in the USA. El latiguillo, sumado a la voz aguerrida de Bruce, más una portada del álbum con su propio trasero vistiendo jeans con la bandera norteamericana de fondo, dieron, a muchos hispanoparlantes, la idea de que Bruce era un patriota que defendía la política militarista de su país. Nada más fuera de la realidad.

La letra del tema narra la vida de un veterano de Vietnam que, a su regreso, su propio país lo abandona y le da la espalda. Born in the USA es, tal vez, el tema que más confundió al público –seguido de One, de U2, la historia de una separación que es usada como telón de fondo de miles bodas-. Él hacía un reclamo. La gente lo juzgó un apoyo.

Apenas salido el tema, el propio presidente republicano Ronald Reagan lo usó de spot de campaña hasta que Springsteen le prohibió usarlo –justo él: demócrata declarado-. Y también le bajó el pulgar a una oferta  millonaria para usarlo en una publicidad de la corporación Chrysler. Ya bastante confusión había creado.

Al parecer, el estribillo era tan magnético y sonaba tan arrollador, que pocos le prestaban atención al resto de la letra, y de cómo ese soldado patriota terminaba perdiéndolo todo. Decir “nacido en USA” no era una razón de orgullo. Era una amarga ironía.

Bruce es una estrella en Estados Unidos y en Europa. Pero en la Argentina, donde tocó en dos oportunidades –una en el festival de Amnesty-, aún muchos lo miran de reojo. Piensan, vaya a saber uno, si es la encarnación musical de Donald Trump, o si toca en las fiestas familiares de la corporación Mc Donald’s o qué.

Pero Bruce, a pesar de que hizo campaña por Obama y es un militante político activo, está más allá de todo eso. Su estatura musical es incomparable y ocupa el podio de los grandes aristas folk junto a Bob Dylan y Neil Young, un ejemplo de entereza a prueba de tiempo y modas pasajeras. En junio, saca nuevo álbum: “Western stars”, un viento fresco que suena oldie –y él también con casi 70 está oldie-, con historias de actores cuesta abajo, gente gastada por la vida. Lo queremos a Bruce. Un día el malentendido terminará y la gente sabrá lo que se perdió.