Puede hacer la prueba usted mismo: deténgase un momento a ver el noticiero de Telefé y lo verá. Allí está Nicolás Repetto, uno de los conductores que más Martín Fierro ganó en la historia, un tipo que supo mezclar el humor y el periodismo como pocos, un hombre que podía conquistar a Doña Rosa al hijo de Doña Rosa y al marido de Doña Rosa y sentirlo parte de su familia. Tiempo atrás, a Nico se lo veía en tevé pura sonrisa, sintiéndose como en el patio de su casa. Una semana atrás, en plena cobertura de los juegos Olímpicos juveniles en Buenos Aires, dí con el noticiero de Telefé, y observé con detenimiento a Nico, las facciones antes hacia arriba de Nico y ahora el rictus apesadumbrado y tironeado hacia abajo, como si alguien recibiera mil malas noticias a la vez, mientras conversaba con una cronista que le decía la algarabía que reinaba en el Obelisco. Y me dije, y sigo diciéndolo: Nico está triste.
No siempre fue así. Más bien todo lo contrario. Nico levantó rating en pala en los ’80 y ’90. Fue ágil, sagaz, de respuesta rápida como patada voladora. Pero, desde la crisis del 2001, cuando disparó para España donde vivió año sabático con la bella Florencia Raggi –o tal vez fue más de un año sabático- y luego regresó, pasado el chubasco a la Argentina, que la gente no lo perdonó y le dio duro. Cuando Nico quiso retomar con programa de entrevistas como si nada pasara, y dio un clip apretado de lo que fue la crisis, el desbande, ese tsunami existencial que nos tocó fumarnos a los argentinos y con Nico tan lejos de aquí, cuando se le ocurrió dar ese clip, justo a él, medio país le bajó la cortina. Y resulta que, en esa bajada, a Nico le quedó agarrado el pie.
Aquel regreso se suponía triunfal, a la tele, con el estelar programa “Dominico”, duró poco y nada. Su co conductora Pampita, lo dejó precisamente en pampita y la vía. Y el rating, por primera vez, no lo acompañó. ¿Qué había pasado? ¿Adónde se había ido el encanto? Nadie sabía decirlo bien. Pero la cara de Nico aún conservaba el rictus pum para arriba. De allí, probó suerte con “Circo criollo” y se hundió rápidamente en el olvido. En el 2006, encabezó un programa de juegos y le fue como la mona. A los meses, lo quitaban de cartel. Misma suerte corrió con “Nico trasnochado” en el 2010 y con la vuelta del formato que le dio tanta gloria y laurel: “Sábado bus” que no rindió las mediciones esperadas, ni siquiera con premio de automóvil y vuelta al juego de lanzamiento de corchito.
Tanto tirar y rebotar, no hay cara que aguante. Ni siquiera la de Nico que mantuvo sonrisa estoica desde el constante deslizar que lleva 17 años de cuesta abajo. Por eso que, desde hace un año se mantenga firme en el Noticiero de la Gente, de Telefé, es un milagro. A Nico, por supuesto, las críticas le llueven como lluvia de plomo. Desde el uso de un pasamontañas cuando entrevistó al mapuche combativo con Fernando Jones Huala, hasta una denuncia del Sindicato de Prensa por estigmatizar a una víctima de acoso en la vía pública.
Y con un año de aire a cuestas, ahí puede seguir viéndolo a Nico, un poco vencido, otro poco amargado. Los argentinos perdonan todo: la corrupción, el abuso, la venganza. Pero jamás pueden perdonar que alguien sea feliz y le vaya bien. Repetto cometió el peor de los pecados: fue feliz y dichoso en España, mientras este país naufragaba. Ahora, sigue al frente –siempre con un pie en el abismo- del noticiero y se gana el dinero en el mercado inmobiliario –construye casas y vende y alquila- y dice que lo único en lo que cree son las rachas de suerte. Y él sabe bien que la racha suya, hace tiempo se tomó el sábado bus.