mundo loco

Por Cicco. Los expertos que la pasan boba haciendo proyecciones sobre lo mal que le irá a la humanidad, juran que en 50 años la mitad de la población mundial será neurótica.

 

Uno de cada dos. Cinco de cada diez. Cincuenta de cada cien. Como le guste ponerlo. El asunto es que, el futuro, va a ser, de seguir así, un plomazo.

¿Y a quién hay para responsabilizar de este futuro lleno de desquiciados que explotan ante el mínimo atisbo de incomodidad? Justamente a eso: a la incomodidad.

Al parecer, la vida cada vez más cómoda no sólo nos hace echar panza, también hace que nuestros hijos, no importa la carrera que sigan, estarán chapita.

Y todo por esta encantadora, reconfortante y adictiva comodidad que tanto esfuerzo nos costó conseguir. Comodidad que empezó tal vez con el cerebrito que inventó el control remoto, seguimos con el servicio de delivery y hoy continúa con aplicaciones que nos indican si va a llover, o si la mujer va a menstruar para que no sea cosa que tenga que salir corriendo a resguardo de la lluvia, o corra a buscar, de emergencia tampones. No da.

El oro día, a mi hija de 16 años, le agarró un ataque de caspa porque en Spotify, la plataforma de música gratuita, irrumpió una publicidad de no más de 5 segundos donde anunciaba que la próxima media hora, sería sin cortes. Es decir, sin publicidades. “No soporto estas publicidades”, se quejaba ella. Un anuncio mísero y ella ya irritada.

La gente que ve tele hoy en día, debe tener más de 30 seguro, una generación acostumbrada a fumarse publicidades de 10 minutos por cada 15 de su serie favorita.

Ni hablemos de lo que era comprar un disco. En especial, del exterior cuando acá no estaba el que uno quería. El tipo de la disquera te advertía: “Volvé en un mes a ver si lo consigo”. Hoy ese mismo disco, lo descargás en lo que te lleva poner la pava del mate.

El mundo se ha puesto tan a nuestro servicio, se ha vuelto tan eficiente, instantáneo, vertiginoso, que decir que el tiempo es oro es quedarse quieto. Ahora el tiempo es, qué se yo, diamante.

Podés tolerar que te pisen. Que te tomen de gil. Que boquita pierda contra un equipo fantasma. Pero hay algo que no estamos convencidos: no vamos a tolerar, la espera. Las colas están hechas para la gilada.

Los pacientes son losers. Son fracas. Son gente sin un buen smpartphone.

Neuróticos, medios planeta de neuróticos, así vamos a estar en medio siglo. Créame: no puedo esperar a que llegue ese día.